El Bohío, restaurante del jurado de MasterChef: bueno, clásico y caro
11 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Pese a recibir la única estrella Michelin que ostenta en 1999, El Bohío no se popularizó en toda España hasta hace dos años, cuando el chef Pepe Rodríguez fue elegido como miembro del jurado del reality televisivo MasterChef. El share ha obrado el milagro de convertir este restaurante en referencia del panorama gastronómico español, aunque todavía tiene bastante recorrido por delante para situarse entre los finalistas del ránking culinario patrio.
Los hermanos Pepe y Diego Rodríguez heredaron este antiguo mesón castellano situado a 34 kilómetros de Madrid, que ya funcionaba como casa de comidas antes de la Guerra Civil y que ellos han orientado a la cocina de vanguardia. Pepe, Premio Nacional de Gastronomía en el 2010, maneja los fogones con la premisa de homenajear a su tierra, La Mancha; mientras que Diego dirige la sala, de la que está pendiente en todo momento.
La decoración del establecimiento es clásica, aunque en el primer piso han habilitado lo que denominan «salón moderno», un espacio alargado en el que pese a todo impera la sobriedad: velas encendidas en todas las mesas, posabotellas de plata y, en las paredes, alguna foto enmarcada de Pepe con personajes famosos. Además, hay otro salón más tradicional en la planta baja y varios reservados, uno de ellos con vistas a la bodega.
Precisamente, la extensa selección de vinos es uno de los platos fuertes del El Bohío, por el que ha recibido numerosos premios. En nuestra visita ofrecieron comenzar el maridaje con un champán -costumbre que se ha puesto de moda, como si no fuera posible regar el plato principal con un vino espumoso: antes los relegaban a los postres, ahora al aperitivo-. Finalmente optamos por un blanco y nos trajeron un Rías Baixas: O Casal Vendimia Seleccionada.
El menú degustación se abre con una avalancha de snacks de un solo bocado: lentejas con butifarra, crujiente de cerdo, salchicha casera, potaje de bacalao, foie gras con sardina, pisto manchego hecho en brasas, ensalada crujiente de ternera, y ajoblanco de coco y fruta de la pasión. Demasiados sabores seguidos para poder apreciar nada.
Las siguientes entradas están perfectamente estructuradas. Primero una ensalada de pescados marinados y fritos con ali-oli de berenjena; le sigue un tomate con frutos rojos y anchoas; y espardeñas con jugo montado de bacalao y queso. Texturas delicadas, a base de espumas, crujientes y florecillas adornado el conjunto.
La ropa vieja y el caldo de cocido dan paso a un «Bacalao Tiznao», probablemente la única decepción de la comida: el pescado, cortado en taco, se sirve sobre un sofrito de tinta de calamar. Patina tanto en lo estético como en el sabor, muy seco.
Con los platos de carne llega un Viña Tuelda (Ribera del Duero) un poco más frío de lo deseable. Los fideos del cocido y su costilla adobada, el pollo en pepitoria, y el pichón asado, su royal y remolacha encurtida revelan lo mejor de la cocina tradicional manchega.
Sorprenden extraordinariamente los postres -yuzu, piña y regaliz, y fruta de la pasión, praliné y sal de kikos-, a los que se unen unos deliciosos petit fours. El pan, en cambio, desmerece: ofrecen cuatro variedades (tomate, aceite de oliva, leña y centeno), todas discretas.
El servicio es muy atento, pero los camareros no tienen empatía. Eso sí, cambian los cubiertos tras cada plato y los tiempos de espera son mínimos.
El café es bueno, servido en una preciosa vajilla de Villeroy & Boch. Las copas de vino son de Schott Zwiesel y Spiegelau, y el vaso de agua, de Riedel.
El Bohío
DE 60 a 150 ?. ILLESCAS. Avda. de Castilla-La Mancha, 81. Tel. 925 511 126 / 649 494 954. Abre todos los días al mediodía y noche de jueves, viernes y sábado.
Tres menús
El menú del día (40 euros) ofrece tres tapas, un plato principal y dos postres. El de temporada (60), snacks, entrante, tres platos y tres postres. El degustación (105), snacks, ocho platos y dos postres. IVA y bodega aparte.