Felipe VI asegura que la democracia española «no es fruto de la improvisación»

La Voz EFE | EUROPA PRESS

SOCIEDAD

Acompañado de la reina Letizia y su madre durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, el rey ha explicado que los españoles ya no son rivales «los unos de los otros»

24 oct 2014 . Actualizado a las 20:59 h.

«Los españoles ya no somos rivales los unos de los otros. Somos protagonistas de un mismo camino», ha proclamado el rey Felipe VI en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, donde este viernes también ha dicho que España precisa de un «impulso moral colectivo» y ser una nación «alejada de la división y la discordia». En su primer discurso como jefe del Estado en la ceremonia de entrega de los galardones que cada año concede la Fundación Príncipe de Asturias, Felipe VI ha apostado por «cuidar y favorecer nuestra vida en común», y ha pedido aprender de las «luces» y las «sombras» de la historia de España para no repetir «los errores del pasado».

El Monarca, que ha presidido el acto acompañado de la reina Letizia, y con su madre, la reina Sofía, en el palco de autoridades del Teatro Campoamor, ha lanzado mensajes sobre la conveniencia de que los españoles reconozcan sus «intereses y valores comunes», el «caudal de progreso» conseguido «con el empuje de todos» y preserven la «comprensión», el «afecto» y el «respeto» mutuos. La democracia española, ha enfatizado, «no es fruto de la improvisación, sino de la voluntad decidida del pueblo español de constituir España en un Estado social y democrático de Derecho» donde todos, «ciudadanos e instituciones», ha recalcado, «estamos sometidos por igual al mandato de la ley».

El rey ha arrancado su primera alocución como Monarca en Oviedo con un emocionado recuerdo a la primera ocasión, en el año 1981, en que con trece años pronunció sus primeras palabras, como príncipe de Asturias, en esta misma ceremonia. «Han pasado 34 años durante los cuales ha habido pocas horas de sosiego; pero, pese a todo, hemos procurado no caer en la tentación de ir hacia lo fácil, de ceder a la banalidad, la impaciencia o el desánimo. No hemos hecho concesiones a la rutina o la complacencia», ha explicado.

Para Felipe VI, los premios siguen siendo útiles como «estímulo e inspiración en estos tiempos cruciales, tiempos intensos de renovación, porque a su juicio «la sociedad necesita referencias morales a las que admirar y respetar; principios éticos que reconocer y observar; valores cívicos que preservar y fomentar». En este sentido, ha apostado por «fortalecer nuestra vida en común» con «esa conciencia social» porque «es con ese necesario impulso moral colectivo con el que se puede y se debe hacer de España una nación ilusionada, llena de vida y de pensamiento».

Esa España futura estará, para el jefe del Estado, «llena de ideas que merezcan la confianza de los ciudadanos, de proyectos que atraigan la mente y la voluntad de todos y conquisten sus corazones». Porque Felipe VI quiere que esas convicciones sirvan para alejar «el pesimismo, la desconfianza y el desencanto de muchos ciudadanos que demuestran, admirablemente, una capacidad de esfuerzo y de sacrificio digna de todo de respeto».

«Queremos una España alejada de la división y de la discordia»

«Queremos también una España alejada de la división y de la discordia», ha hecho hincapié, para recordar que en su discurso de proclamación del pasado 19 de junio ya habló de la necesidad de «garantizar y revitalizar nuestra convivencia». Para conseguirlo, ha recordado que el respeto al marco constitucional «es la garantía de nuestra convivencia en libertad», y ha instado a mirar «a nuestra historia» con «serenidad, objetividad y sabiduría».

«Reconozcamos sus luces y sus sombras, y aprendamos de todas ellas para no cometer -para no repetir- los errores del pasado», ha emplazado igualmente ante los 1.500 invitados a la ceremonia. Ha hecho notar que el progreso logrado en las últimas décadas «jamás lo había alcanzado España en tantos ámbitos» y por ello ha aseverado: «Sintámonos pues orgullos de lo mucho y bueno que juntos hemos hecho».

A la historia compartida, Felipe VI ha sumado los sentimientos -«los españoles ya no somos rivales los unos de los otros. Somos protagonistas de un mismo camino», ha afirmado- y por ello se ha mostrado convencido de que la comprensión y el respeto mutuo están arraigados «de norte a sur y de este a oeste». «Todos esos sentimientos, ni los debemos olvidar nunca, ni mucho menos perder. Al contrario, los tenemos que preservar y alimentar», ha apostillado.

Ha hecho el rey otra referencia al «enorme sacrificio y esfuerzo» que están haciendo los españoles «para superar todos juntos una de las crisis económicas más profundas de nuestra historia reciente» al instar a todos a «valorar lo que estamos haciendo». Eso sí, el futuro, ha advertido, es complejo», aunque «lleno de nuevas oportunidades» y como señaló en su proclamación requiere trabajar en un proyecto «integrador, sentido y compartido por todos, y que mire siempre hacia adelante».

Y con palabras de Miguel de Unamuno y Vicente Ferrer ha terminado su discurso, porque el pensador vasco dijo «haced riqueza, haced patria, haced arte, haced ciencia, haced ética» y el filántropo catalán manifestó que hacer el bien sirve para «llenar una vida». «Hacer el bien a los demás, señoras y señores, sirve para darle sentido a una vida», ha aseverado un Felipe VI que al clausurar la entrega de premios se ha confudido al convocar los Premios Príncipe de Asturias, cuando el año que viene la denominación oficial ya será Princesa de Asturias.

Más esfuerzos ante el ébola

En su discurso, uno de los más importantes que pronuncia Felipe VI a lo largo del año, el Rey también ha elogiado uno a uno a los premiados con los Príncipe de Asturias de esta edición. El Premio de la Concordia a la periodista congoleña Caddy Adzuba le ha permitido al monarca llamar la atención en torno al «dolor y angustia» que está generando, sobre todo en África, la reciente epidemia de ébola. Una crisis que, ha dicho, «obliga a la comunidad internacional a concertar y comprometer más esfuerzos, y más eficaces, en la lucha contra el virus y contra su propagación mundial, así como en el tratamiento a los afectados». En esa lucha donde «brillan las historias ejemplares de entrega, generosidad y profesionalidad» de médicos, sanitarios, científicos, religiosos, cooperantes y militares, el rey ha agradecido a todos ellos, en particular a los españoles, su «competencia y capacidad». «Sois un orgullo para España», les ha dicho.

Del arquitecto estadounidense Frank Gehry, galardonado con el Premio de las Artes, ha destacado «la visión artística, la fuerza y la belleza con las que lleva a cabo sus proyectos». Mientras que del historiador e hispanista francés Joseph Pérez, Premio de Ciencias Sociales, ha subrayado que en sus análisis y estudios, «muy documentados, no da pábulo a supuestas verdades ni a verdades a medias, sino que busca siempre ser objetivo, equilibrado y alejado de los tópicos».

El Premio de Comunicación y Humanidades ha recaído este año por vez primera en un dibujante, Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, creador de Mafalda y quien, a través de sus personajes, transmite «valores educativos universales» que nos recuerdan la necesidad de guiarnos siempre por «los mejores y más sólidos principios y valores», ha dicho el rey. Del escritor irlandés John Banville, Premio de las Letras, el monarca ha destacado las descripciones que elabora en sus novelas, a las que ha calificado de «retazos de arte con mayúsculas».

Más apoyo a la investigación

El Premio de Investigación Científica y Técnica a los químicos Avelino Corma, Mark E. Davis y Galen D. Stucky ha servido para que Felipe VI haya abogado por que España recupere «el máximo apoyo posible a la investigación, porque ello es condición indispensable para avanzar y competir mejor, para nuestro prestigio y capacidad de ayudar a otros y, sobre todo, para nuestro propio bienestar».

Acerca del Programa de becas Fulbright, promovido por el Gobierno de EEUU, ha dicho que es un «instrumento para la paz y la amistad entre naciones».

El rey Felipe VI también destacó al entregar el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes al Maratón de Nueva York que la carrera «más popular de cuantas se celebran en el mundo, es un ejemplo de convivencia pacífica y de unidad». En nombre del maratón de la Gran Manzana recogieron el galardón en el teatro Campoamor de Oviedo Mary Wittenberg, presidenta y directora ejecutiva de Nueva York Road Runners; su compañero y fundador de la carrera George Hirsch, la keniana Tegla Loroupe, que en 1994 se convirtió en la primera mujer africana en ganar la prueba, y el mexicano Germán Silva, que ganó la prueba dos veces consecutivas, en 1994 y 1995.