Cocinas con estrellas y estrelladas

nacho blanco REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Algunos de los restaurantes más «chic» han padecido cierres por intoxicaciones, caso del Dinner de Heston Blumenthal o el Noma

05 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

De un furancho galaico a un comedor de postín puede haber un trecho. Quizá sea la decoración, las listas de espera -como en la Sanidad- el trato exquisito o la factura que hay que abonar cuando el buche está lleno. Y también los sabores, que los restaurantes laureados han sabido variar hasta la extenuación.

La revolución gastronómica actual trasladó el arte de los fogones a las revistas, periódicos y televisiones e incluso los chef más nombrados se han convertido en héroes del estómago, en verdaderos it boy, en genios con superpoderes bajo la campana extractora. Quizá hayamos divinizado algo que nuestras abuelas ya realizaban con amor, menos medios y productos y más necesidad. La cultura del ocio y el negocio ha llevado a los cocineros vanguardistas a codearse con poderosos, actores y todo aquel ser humano que disponga de una jugosa billetera.

Las otras pesadillas

¿Pero hay roña en las cocinas más in?. Parece que nadie está a salvo. En el 2009 el innovador chef británico Heston Blumenthal fue víctima -realmente lo fueron los más de 400 comensales de su conocido Fat Duck, por aquel entonces considerado el segundo mejor local gastronómico del orbe- de un caso de intoxicación alimentaria grave. El delicado asunto le obligó a cerrar el tres estrellas Michelín e iniciar una investigación. Un norovirus fue el causante. Traducido: fueron las ostras.

Pero Blumenthal, un cocinero al que le gusta experimentar de manera casi científica como un auténtico alquimista, aseguró que no volvería a ocurrir y que indemnizaría a los afectados. «No envenenamos a nadie», se defendió Blumenthal. El cotizado chef dejó entrever que pudiera haberse tratado de un sabotaje, lo que fue contestado por el cocinero español Santi Santamaría, adalid de la gastronomía de siempre y poco amigo del exceso de aditivos en los fogones. Porque además de roña también hay guerra entre chefs, una lucha oculta entre la corriente más esnobista y la que encarna la tradición con toques modernos.

La mala estrella (que no Michelín) persigue a Blumenthal, pues tras el cierre del Fat Duck londinense vio cómo el comedor del Dinner también era clausurado el 2 de febrero de este año por otra intoxicación, en esta ocasión con menor número de afectados. Y eso a pesar de que, tras la primera catástrofe bacteriológica, el británico ya había extremado en el 2009 las medidas de higiene de sus establecimientos.

También el Noma

Pero Blumenthal, preocupado lógicamente por su negocio y su fama, no ha sido el único que ha sufrido en sus carnes una pesadilla en la cocina semejante a las que vive el español Chicote. En el 2011 el Fugu Fukuji de Tokio, restaurante con dos estrellas Michelín, fue investigado por las autoridades japonesas por una intoxicación por consumir los comensales pez globo, muy venenoso si no se cocina adecuadamente.

En el 2013, el Noma, considerado el mejor restaurante del mundo, ubicado en la elegante capital de Dinamarca, Copenhague, fue visitado por el incómodo norovirus, que infectó a 60 clientes. Su jefe, René Redzepi, pidió perdón y los sanitarios daneses criticaron que el local no dispusiera de agua caliente para que el personal pudiera lavarse las manos en condiciones.

Claro, que de un furancho a un local de postín puede haber un gran trecho. ¿O ya no?