Navegando las aguas «punkarras»

Por Serxio González

SOCIEDAD

«Temos que suspender porque hai moito vento e a mar está moi punki», confiesa el organizador de la Regata dos Faros. Ni por esas. La dorna «Sara» sigue surcando la ría

19 jul 2010 . Actualizado a las 10:28 h.

La cosa apunta maneras. Avelino Ochoa, propietario y patrón de Sara , la primera dorna de recreo de la milenaria historia de la navegación galaica, se ofrece a hacerse a la mar para seguir a distancia de perro de presa la estela de la Regata dos Faros. Se trata de una prueba organizada por la Asociación de Amigos da Dorna Meca, de O Grove, como elixir para el rejuvenecimiento de la cultura marítima tradicional en Arousa. El tema promete y Sara no defrauda. C on sus casi nueve metros de eslora, encarna una sorprendente evolución de la clásica embarcación de faena de las rías. La nieta aventajada de esas pequeñas naves que, sostienen quienes saben de esto, son herederas directas de los drakkar vikingos. Los mismos que asolaron media Europa y solo en las Torres de Oeste, en Catoira, recibieron estopa suficiente como para que sus alterados tripulantes se replanteasen sus bárbaras intenciones de veraneantes nórdicos altomedievales. Cuando todo está preparado, una llamada telefónica tira la paletilla por tierra. Es Lino Prieto, impulsor de la iniciativa: «Temos que suspender porque hai moito vento e a mar está moi punki», explica el hombre, un tanto amolado.

Hay que polinizarse, por expresarlo finamente, con las querencias punkarras que la mar arousana está desvelando este fin de semana. Todo queda en manos de Avelino. No habrá regata, pero sí tal vez singladura. «É certo que para as embarcacións pequenas tanto vento pode ser moi incómodo, pero con Sara -cuyo porte duplica al de sus nobles pero modestas antepasadas- podemos saír sen moito problema». No se hable más. El pasaje, al que se suma el director teatral, magnífico traductor de Shakespeare y -a veces a su pesar, o eso confiesa él mismo- también actor Eusebio Lázaro (Cartagena, 1942), que pasa unos días en Carril, sube a bordo de un salto desde los pantalanes de Santo Tomé, en Cambados. La dorna viene patroneada por Avelino desde San Vicente y de inmediato pone proa al oeste.

Cuando el motor auxiliar se detiene, Avelino despliega el foque, la única vela con la que Sara va a navegar esta tarde. Suficiente ante este viento de 18 nudos que, según el apabullante diagnóstico de Lino, pone la ría a bailar pogo al ritmo de The Clash, GBH o cualquier otro inspirador de pinchos y crestas. Es ahora cuando uno entiende de verdad, porque la siente en sus propias carnes y se une a ella, qué remedio, la danza que la mar es capaz de entablar con una buena embarcación de sólida madera, que «navega e non vai dando bandocazos coma as de poliéster». Unas rápidas nociones sobre la sutil diferencia existente entre colocarse a barlovento o a sotavento, la misma que marca las distancias entre una jornada cómoda y en su sitio o acabar en el agua protagonizando una clamorosa gañanada ante una repentina ráfaga de aire, instruyen al personal de secano, al que buena falta le hace.

Hacia O Courel de Novoneyra

Enfilado el rumbo, llega el momento de echar un trago. Agua, cerveza o un licor de ruda dulce pero no empalagoso. Como el respetable no se ha venido de casa discutido, sino con ganas de destripar las cuestiones más peliagudas, la singladura se enriquece con debates de todo tipo y condición. Sobre Uxío Novoneyra, buen amigo de Eusebio, quien de su mano conoció O Courel, y los riesgos que las traducciones entrañan para la poesía. Sobre el Expediente X por antonomasia de este país, la pregunta cuya respuesta se haría acreedora a todos los millones que haber pudiese: por qué los gallegos nos hemos dedicado sistemáticamente durante las últimas décadas a destruir nuestro territorio, olvidando la madera, la piedra y la sabiduría ancestral en materia de construcción. Algunos ejemplos saltan a la vista con dolor de sarpullido en la entrepierna cuando se contemplan desde la mar. Acerca de la cuidada indefinición de buenas a primeras como muestra de cortesía y educación hacia el contertulio. Sobre la existencia o no de un buen gusto popular que todo el mundo supone pero parece necesitado de una demostración empírica y convincente.

Las palabras se vuelven hacia Sara . Botada el verano pasado, aún no tiene hermanas. Pero su simple existir constituye el germen de un hermoso sueño: un modelo funcional, comercial y económicamente solvente para la navegación de recreo partiendo de una embarcación tradicional de las rías. «A dorna -proclama Avelino al dejar en tierra a sus invitados antes de proseguir su periplo- é o mellor barco do mundo». E o máis punki tamén. Abofé que si.