«Este producto, tal cual así concebido, no existe en el mundo, y con el contenido que tiene se demuestra científicamente el efecto», explica Juan Carlos Espín, investigador del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CSIC).
Casualidad y esfuerzo
Lo que ahora se ha presentado es fruto de la casualidad y de catorce años de esfuerzo. Juan Carlos Espín y su equipo estaban trabajando en un proyecto para mejorar la pigmentación de la uva roja y lo que se les ocurrió fue exponer la fruta a la luz ultravioleta. El método fracasó, pero a cambio observaron que la uva incrementaba notablemente su producción de la molécula resveratrol -cuyas propiedades saludables ya habían sido ampliamente constatadas en la literatura científica- como respuesta a lo que entendía como una agresión. «Hemos incrementado en hasta 2.000 veces el contenido la molécula sobre el nivel normal que puede tener en la uva», precisa Espín. Luego fueron necesarios muchos años de trabajo para alcanzar una cantidad notable de resveratrol, determinar la dosis más eficaz, probar estos efectos en ratas y cerdos y desarrollar el fármaco.