La factura de una comida por 651 pesetas que volvió al restaurante San Jaime de Santiago 50 años después

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Cedida por Restaurante San Jaime

Una familia catalana, que viajó a Compostela en septiembre de 1975 y comió en el conocido restaurante de la praza de Fonseca, guardó el tique de una comida durante medio siglo. Este verano, y de nuevo en Compostela, volvió al local con la factura

20 sep 2025 . Actualizado a las 12:22 h.

Este martes 16 de septiembre el San Jaime, uno de los restaurantes más populares del casco histórico de Santiago, ubicado en la praza de Fonseca —a 100 metros de la Catedral—, se hacía eco en sus redes sociales de una historia que desde el primer momento emocionó a Miguel Calviño y a Ana Cabanas, los dos primos que gestionan el local desde el año 2010.

«En agosto entró una pareja mayor al restaurante. Estaban como buscándolo; intentando recordar dónde se ubicaba», explica Miguel. «Nos contaron que ellos habían venido a Santiago en 1975 en su viaje de novios y que habían comido en el San Jaime. Medio siglo después no dudaron en regresar con su familia al mismo sitio. ¡Nos mostraron una factura que guardaban de esa comida y que conservaron durante medio siglo! Imagínate nuestra ilusión… Hace 50 años el bar aún no de era de nuestra familia —los padres de Miguel y Ana se hicieron con él en 1993—, pero el local es el mismo y el personal continuó con nosotros muchísimos años. Uno de ellos es Suso, el que firmó esa factura», valora.  «Al mediodía comieron de nuevo en el San Jaime junto a su familia. Les acompañaban incluso dos nietos», rememora Miguel. «No dudamos en fotografiar la factura, que luego ellos quisieron conservar. La visita coincidió en pleno verano, con mucha vorágine de trabajo y por eso no nos dio tiempo a recabar muchos datos sobre ellos. Sí sabemos que sus apellidos familiares son Estrada Sensat y que son originarios de Cataluña», apunta el hostelero. «El martes, el mismo día en que se cumplirían exactamente 50 años de la comida de 1975, compartimos la foto. Quisimos también hacerles ese cariño», señala uno de los dueños del San Jaime, mientras Ana accede a trasladar ese tique de hace 50 años a la carta y a los precios de hoy en día.

En la factura antigua se detallaba que el matrimonio se sentó en la mesa número 7 y que el camarero que les había atendido se llamaba Manolo. El número de factura era el 413 para un restaurante que había abierto siete años antes, en 1968. «Medio siglo después siempre gusta ver y comparar facturas de antes. Por esa comida el matrimonio pagó 651 pesetas», reflexiona Ana.

«Ellos comieron cuatro panes, por los que pagaron 28 pesetas, es decir, cada uno costaba 7 pesetas. Ahora mismo cada pan sería sobre 1,20 euros. Hoy pagarían sobre 4,8 euros», puntualiza. «Se entiende que tomaron una botella de vino Pazo blanco, un Ribeiro que les costó 68 pesetas. Hoy en día puede andar sobre los 14 euros», continúa Ana. «En esa comida de 1975 tomaron dos ensaladas, que costaba cada una 35 pesetas. Hoy cada una rondaría los 11 euros. Las gambas a la plancha, por las que hace medio siglo pagaron 110 pesetas, se trasladaría en nuestra carta actual a gambones, con un coste de 14 euros», repasa. «La comida la completaron con unas cigalas, de 125 pesetas, y que hoy costarían como 40 euros. Comieron también 2 bistec, a 220 pesetas cada uno, que hoy podrían ser dos entrecot, a 21 euros cada uno. Por la fruta, por la que en 1975 pagaron 30 pesetas, hoy, y aún sin saber de qué pieza se trataba, podría situarse en los 3 euros. En total, según mis cálculos, sobre 139 euros», razona divertida Ana, no pudiendo dejar de pensar en el paso y en la mudanza del tiempo y en todo lo vivido en el emblemático local.

«Esta historia de la factura es muy bonita porque sobre todo hace pensar en momentos que permanecen y que muchos clientes ligan al San Jaime. Por todos ellos hace poco nos decidimos a ir publicando en nuestras redes sociales las ''Historias del San Jaime'', con las que, además de agradecer su fidelidad, rescatamos esos recuerdos que nos vuelven...», prosigue la hostelera, recordando otra de las más aplaudidas.

«Uno de los sitios más demandados del San Jaime siempre es la mesita de la ventana, la que da a la rúa Raíña. Aún muchas veces nos acordamos de un señor que venía a diario a vender los cupones de lotería y con el que, poco a poco, fuimos entablando una bonita amistad. Él terminaba siempre en esa mesa de la ventana, recordando la posguerra, hablando de su mujer, de cómo la edad le iba pasando factura y de cuánto cuidaba de ella... Ahora hace mucho que no lo vemos, pero aún así no lo olvidamos... Son muchas las historias contadas y vividas en el San Jaime», acentúa.