Hermanos Arturo y Carlos Iglesias: «Nuestra pasión de niños nos llevó al Archivo de la Catedral de Santiago y a bucear por fotos históricas»

VIVIR SANTIAGO
Arturo investiga desde hace 25 años en el Archivo de la Catedral, en una etapa en la que se produjo el robo del Códice. «Lo buscamos en los más huecos más increíbles», apunta. Carlos, guía turístico y uno de los grandes fotohistoriadores gallegos, cobra actualidad al comisariar exposiciones sobre imágenes antiguas de Santiago. «Alucinas al descubrir datos como que el Salón Teatro tuvo una marquesina que en 1933 estalló por una bomba», destaca
09 feb 2025 . Actualizado a las 12:07 h.Cuando Arturo Iglesias, de 53 años, deja atrás su puesto en el Archivo de la Catedral y llega a Praterías se encuentra con la Casa do Cabido, cuya actual exposición, Compostela a Lupa, de fotos del siglo XIX y XX tomadas por la saga de los Chicharro, comisarió su hermano, Carlos Iglesias, conocido como Carlos Castelao por un apellido paterno. «Pocos saben que somos hermanos, pese a todo lo que nos une», subraya Carlos, de 55 años, y repasa una vida casi común.
«Crecimos en Alemania y en Madrid y Gijón. En nuestra casa había 6.000 libros. Con 11 y 13 años, nosotros consultábamos enciclopedias y hacíamos genealogías de familias nobiliarias o de los reyes godos», evoca sonriendo Carlos. «De mi madre heredamos ser pragmáticos y, de mi padre, además de su amor por la cultura, ser metódicos, algo decisivo para un historiador», añade Arturo, aludiendo a una vocación compartida en la que él ya se centró al mudarse la familia a Santiago en 1988 por el trabajo paterno.

«Me especialicé en Historia Moderna, con una tesis sobre el cabildo catedralicio en el siglo XVI que me llevó al Archivo, al frente del cual estaba José María Díaz, luego deán. Al final me quedé como técnico del área de documentación moderna. Durante 20 años, y mientras continuaba como archivero, seguí con ese trabajo, descomunal, sobre 500 canónigos, recogido en un libro. Investigar sobre datos nuevos y curiosos, mismo de las enfermedades que padecían, me apasiona. Es un privilegio acceder a los documentos. En el archivo computé 1.900 cajas, de las que restan por inventariar sobre 1.500», prosigue. «No soy medievalista, pero me tocó investigar sobre el origen de la Puerta Santa compostelana y pude confirmar que existía antes de la romana. También estudié por qué el documento que se conserva de los años santos data de cerca del 1.500 cuando se sabe que en 1.417 ya se celebraban», señala.
«Cuando llegué al Archivo hace 25 años ya se ponían en él las bases de lo que es hoy un centro de referencia de los documentos de la Iglesia, modernizándolo y abriéndolo al público. Lejos de lo que se pueda pensar, no es un archivo cerrado, sino de acceso libre; tampoco su gran cambio llegó a raíz del robo del Códice Calixtino, sino antes, aunque tras él se acentuó la seguridad», asiente. «La desaparición de esa obra, que no se dejaba consultar, me cogió fuera. Vine y lo buscamos en los huecos más increíbles. Pensaba que no podía ser... Aún así, lo viví tranquilo, no sé si porque creía que se iba a recuperar. Me aislé de las noticias. El sufrimiento era por José María, muy afectado», apunta. «Ahí la gente vio que existía este Archivo», afirma.
«Ya con nuevo director en él, y a través de mi hermano, me pidieron catalogar unas fotografías conservadas en la Catedral, de enorme valor. Son de José Limia, el fotógrafo del historiador y sacerdote López Ferreiro. Me encantó trabajar aquí, de nuevo cerca de Arturo», introduce Carlos, y repasa su trayectoria. «Empecé Dereito, pero con 21 años me puse con mi padre a trabajar en la turoperación. Luego realicé diseños de productos turísticos y hace una década me convertí en guía, algo que hoy me entusiasma por comunicar e investigar. Lo mío es el reciclaje continuo», aclara divertido. «Desde siempre, mis ratos libres los dedicaba a formarme en historia y al estudio de postales antiguas de Galicia y después, de su patrimonio fotográfico. Me interesa sobre todo investigar al fotógrafo. En el 2018 publiqué As orixes da fotografía en Galicia», recuerda sobre un premiado libro que lo confirmó como uno de los grandes fotohistoriadores gallegos.
«Descubrí cosas que en la vida imaginé, como identificar, con la ayuda de Henrique Alvarellos, dónde se rodaron las primeras imágenes en movimiento de García Lorca en Galicia... Hace poco comisarié para el Consorcio, junto a Rubén Martínez, una primera muestra sobre el gran fotógrafo Ksado y ahora sobre los Chicharro, testigos de cómo Santiago mudó. Alucinas con datos como que el Salón Teatro tuvo una marquesina que en 1933 estalló por una bomba», defiende con viva ilusión. «La pasión de niños nos llevó al Archivo y a bucear por fotos históricas... Varias de nuestras llamadas empiezan así: "Mira lo que encontré..." Intuir el valor de los hallazgos también nos une», acentúan.