Malaherba, un nuevo taller floral en Santiago que conjuga naturaleza y arte

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Iria García abrió en mayo Malaherba, donde propone una visión distinta del mundo floral.
Iria García abrió en mayo Malaherba, donde propone una visión distinta del mundo floral. XOAN A. SOLER

En esta tienda de estética minimalista de Ramón Cabanillas apuestan por variedades «más peculiares»

22 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Cualquier niño de pueblo está acostumbrado a sacar las malas hierbas y hay una connotación despectiva de ellas, porque nacen donde el hombre no quiere: en las cunetas, entre las piedras, en los muros de la ciudad... Es naturaleza que brota sin ningún tipo de control, pero no deja de ser algo muy bello», explica Iria García. Precisamente por eso llamó a la tienda que abrió hace unos meses en el Ensanche de Santiago Malaherba —y no por la novela de Manuel Jabois, a pesar de que es un escritor al que admira—. Su taller floral, en Ramón Cabanillas, no es la típica floristería al uso sino un híbrido entre arte y naturaleza, las dos grandes pasiones de una mujer que hizo Bellas Artes, se especializó en Gestión Cultural y Museología, y, tras el confinamiento, comenzó a formarse en floristería y ornamentación.

«Estuve trabajando en floristerías y, a principios de este año, decidí lanzarme con mi propio negocio», señala una nueva autónoma que acaba de cumplir los 44 años. Ella propone una visión distinta del mundo de las flores que llama la atención. «La idea surge de entender el arte floral como un proceso creativo y artesanal. Ofrecemos los servicios de una floristería convencional y nos abastecemos en los mismos sitios para la venta de flor cortada, ramos y arreglos florales, decoración de eventos y de espacios... En lo que nos diferenciamos son las fuentes de las que bebemos, la inspiración, ya que debido a mi formación busco referentes en el mundo del arte y de la cultura. Por ese motivo se hace una apuesta por variedades de flores más peculiares y especiales. Es un concepto novedoso y la estética del espacio es minimalista, en contra de lo habitual», explica Iria.

¿Y gusta al público compostelano? «Despierta curiosidad. En general, la gente está abierta a este tipo de concepto y sí es cierto que el ramo que más piden es el de estilo silvestre, quizá haciendo honor al nombre de la tienda, la búsqueda de la belleza más natural», responde. De hecho, cuenta, es habitual que las personas mayores crucen las puertas de su tienda al reconocer los estalotes, amapolas u otras variedades que ya no se ven tanto como antes en el campo «y me hablan de sus recuerdos de infancia».

Son muchas las ideas que esta comerciante de espíritu creativo tiene para Malaherba, pero el tiempo dirá cuáles fraguan, en función «de su crecimiento orgánico». De entrada, instaló un pintoresco banco en el que sentarse a leer un libro o dibujar sus flores. «Uno de mis objetivos a corto plazo es vincular el mundo floral al del arte contemporáneo, que espero poder materializar a través de instalaciones, intervenciones urbanas, etcétera», subraya Iria, quien también busca un equilibrio «entre ser lo más sostenible posible e insuflar a la economía local, por lo que otra meta del taller floral es crear sinergias con otros negocios locales. Malaherba no deja de ser un comercio local que se nutre de la vida compostelana, muy rica culturalmente, y, de momento, estamos poniendo en marcha una colaboración ideada por Yago Pazos, de A Sede (grupo Abastos 2.0), donde a través de una cata conviven flores y vino aportando una experiencia y visión diferente de ambos mundos».

Inés confluye con un movimiento de «gente que está haciendo cosas muy interesantes y ofrecen una visión nueva y refrescante del sector floral». Entre sus referentes están, por ejemplo, el Festival Flora de Córdoba, que aúna arte floral y arte contemporánea y tiene relevancia internacional; o Cordero Atelier, Inés Urquijo, Palais, Orangerie, Metatopy, Bendita Flor, Inbloom... A nivel botánico destaca a Eduardo Barba y su estudio sobre la flora presente en las obras del museo del Prado. «Monet y Hockey pintaban incansablemente su jardín, George Orwell cultivaba rosales, Patti Smith es una fan total de las flores y cultiva un jardín silvestre...», enumera.