Sin mover un papel, el nuevo gobierno de Santiago alcanzó varios hitos ya desde su constitución, hace hoy una semana. Brinda con Goretti Sanmartín la primera alcaldesa de Compostela, flanqueada, además, por otras dos mujeres en el podio del escalafón orgánico del que es el gobierno con menos concejales en la historia del municipio. Pero Sanmartín también llega dispuesta a convertir Santiago en el nuevo emblema de la gestión del BNG, amplificando si cabe el eco de referentes indiscutidos como Allariz o Pontevedra. Para ello, además de seguir transitando hacia mayores cotas en políticas de igualdad, derechos sociales o conciliación, no será suficiente con izar la bandera de la peatonalización en algún ámbito del Ensanche. Habrá que dar respuesta a las gestiones diarias de los ciudadanos. Y en esa tarea, Sanmartín identifica entre sus prioridades la de agilizar los tiempos de resolución de los procedimientos en Raxoi. Es decir, reforzar la maquinaria municipal, siempre renqueante en efectivos, para atender con diligencia a vecinos y empresas. Ahí tiene Goretti Sanmartín uno de los varios ochomiles que deberá encarar en estos cuatro años. Y todavía le quedará un reto mayor, el de mejorar el raquítico e irrisorio grado de ejecución contable. Dicho con trazo grueso, de cada diez euros que presupuesta el Concello apenas se gastan dos. Y esto ha sido así con independencia del color político de una alcaldía por la que, por cierto, en menos de diez años ya han pasado los cuatro grupos ahora representados en Raxoi. Ahí tiene Goretti su Annapurna. No es la cumbre más alta, pero sí la más complicada de escalar.