«Canario» ya no canta

La Voz

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El líder de la banda de Pontepedriña y los suyos se enfrentan a penas de nueve años Los miembros de la red de distribución de drogas desmantelada por la Policía en Pontepedriña se enfrentan a penas que van de tres a nueve años de prisión. La actividad delictiva cuenta con el agravante de realizarse cerca de un instituto de enseñanza media, lo que será tenido en cuenta por el ministerio fiscal. La titular del juzgado número 3 de Santiago decretó secreto de sumario y ordenó el precintado del bar Tras da Estación do Tren, centro de operaciones de la banda y propiedad de «Canario».

03 ene 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

NACHO MIRÁS SANTIAGO José Luis S. A., más conocido en el ambiente estupefaciente de Santiago como Canario, es un hombre de 29 años llegado recientemente al ramo de la hostelería. Es el típico caso de un muchacho que rompió con las expectativas que su familia había puesto en él. Desde bien joven se salió varias veces de la marca que separa la vida normal de la movida ilegal y, en pocos años, su mote de pájaro se hizo muy conocido no sólo en el barrio de Pontepedriña, sino también en la comisaría de Santiago. La policía cree que Canario combinó durante un tiempo su actividad de repartidor de pizzas con la distribución de drogas variadas, trabajo mucho más rentable y que, además, podía hacerse perfectamente cabalgando un Vespino. El esfuerzo debió ser lucrativo, porque de repartir masa cocinada con champiñones y mozzarella, Canario se convirtió de la noche a la mañana en empresario de hostelería. Se montó su propio bar en la rúa de Vedra y, una vez más, apostó por diversificar el negocio, y lo mismo servía una tapa que una postura de chocolate del que no se mastica. Fuentes policiales han explicado que Canario, sabedor de que la policía le seguía los pasos, se montó un piso de seguridad en el Ensanche, cerca de la gasolinera de Pontepedriña. Así es como se llama en el ambiente policial a una vivienda alquilada a nombre de otra persona y que es utilizada como depósito y despacho de mercancía ilegal, en este caso drogas. Las entradas y salidas se hacen muy discretamente y cada uno de los usuarios conoce un código secreto que garantiza su seguridad, o por lo menos la garantiza hasta que los descubre la policía. Curiosamente, la operación Ave le tapó la boca a Canario. Él y sus polluelos se enfrentan a penas que puede llegar a los nueve años de cárcel.