La rápida evolución de esta técnica se extiende ya a 39 centros en el mundo
08 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El verdadero impacto de la protonterapia para curar a los enfermos de cáncer se está empezando a vislumbrar debido a la creciente madurez tecnológica y a innovadores sistemas de imagen. Un éxito que se está expandiendo de forma global, dado que la rápida evolución de esta técnica ya ha conseguido que se aplique en 39 centros repartidos por todo el mundo, si bien existen otros que ahora mismo están en construcción. «Debido a las propiedades únicas de los protones, la protonterapia permite tratar tumores con una precisión desconocida hasta el momento de forma segura y eficiente», según indicó el profesor James Metz, oncólogo radioterápico de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), y una eminencia en este tema, en la conferencia celebrada en Valencia en el XVII Congreso de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR).
Futuro esperanzador
El futuro de esta avanzada tecnología es realmente esperanzador porque permite, en primer lugar, una liberación más localizada de la radiación en el punto que interesa, lo que resulta mucho menos agresiva para el tejido sano circundante. Y por otra parte porque los costes continúan reduciéndose cada vez más, de manera que son muchos más los pacientes que comienzan a tener acceso a esta técnica. Hasta ahora la complejidad de las instalaciones y el elevado presupuesto de los equipos eran el escollo para su utilización.
Aunque en un principio los esfuerzos de uso de la protonterapia, consistente en aniquilar las células tumorales con la irradiación de haces de protones, se centraron casi exclusivamente en el cáncer de próstata, su desarrollo se ha ido extendiendo a otras localizaciones y hoy en día se tratan una gran variedad de patologías, desde tumores gastrointestinales (especialmente de páncreas) a cánceres de pulmón, pediátricos o de cabeza y cuello. En España aún no existe una unidad de protones para el tratamiento específico de tumoraciones, un aspecto que reclamaron los especialistas reunidos en Valencia, que han visto la rápida expansión de esta técnica en otros países, desde que Estados Unidos la aplicó por primera vez en 1955 (allí hay 11 centros funcionando y ocho en construcción). La oferta en Europa se concentra en Alemania, Suiza, Francia, Suecia, Bélgica o la República Checa. Pero se crearán varios más próximamente.