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Copenhague se torna en escenario de rencillas entre países ricos y pobres

Efe

OCIO@

Las naciones en vías de desarrollo han aprovechado el foro para reprochar la «responsabilidad histórica con el sur» de los países ricos, a quienes han reclamado vehementemente que reduzcan sus emisiones contaminantes para salvar el planeta.

18 dic 2009 . Actualizado a las 18:54 h.

La cumbre del cambio climático de Copenhague se ha tornado en su tramo final, como otras veces ha ocurrido en grandes reuniones internacionales, en escenario de las rencillas seculares entre países ricos y pobres.

Las naciones en vías de desarrollo han aprovechado el foro para reprochar la «responsabilidad histórica con el sur» de los países ricos, a quienes han reclamado vehementemente que reduzcan sus emisiones contaminantes para salvar el planeta.

Desde el delegado de Tuvalu, quien pedía con lágrimas en los ojos que salvaran a ese pequeño estado isleño del Pacífico de sucumbir bajo el mar, al bloque africano, las naciones pobres no han dudado en culpar a los países ricos de todos los males de la Tierra.

La firme posición de países como China, que no se ha movido ni un ápice de su postura inicial, ha obligado a países como los de la Unión Europea (UE) a reclamar por activa y por pasiva un «compromiso de todos» apelando a la voluntad de las nuevas potencias emergentes.

Del Protocolo de Kioto (1997), que sólo obligaba a reducir sus emisiones contaminantes a los países ricos, a las negociaciones de Copenhague, doce años después, el despertar de economías como la china, la india, la brasileña y la mexicana ha desequilibrado y diversificado la composición del espectro político.

Los países ricos, con la UE a la cabeza, han insistido repetidamente en que ese protocolo ha quedado desfasado, por no incluir a EEUU -que no ratificó el documento- ni a los países llamados hoy emergentes.

«La diferencia con el proceso de Kioto es que en el siglo XXI, nadie puede dudar que un acuerdo internacional de reducción de emisiones debe incluir a EEUU y a los países emergentes», dijo la futura comisaria europea del Clima, Connie Hedegaard.

Los países en desarrollo, sin embargo, se han negado a debatir ningún acuerdo que no respete el Protocolo de Kioto, único tratado vinculante que existe en la actualidad, por considerar que cualquier decisión que vaya en contra del documento será empleado por los países ricos para eludir sus responsabilidades.

No obstante, la cumbre ha dejado patente que China y Brasil no están dispuestos a que su pujanza económica les meta en una un grupo distinto al del resto de países en desarrollo y han defendido con uñas y dientes que sus objetivos de reducción son voluntarios.

Durante la cumbre, ante la negativa de países como EEUU de destinar recursos públicos a la adaptación al cambio climático de economías tan poderosas como la china, Pekín y Brasilia han rebajado sus reclamaciones de fondos de mitigación y se han ofrecido a destinar ayudas a algunos de los países menos desarrollados.

En todo momento, sin embargo, insistieron en que ellos «no mendigan nada» y el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva afirmó que sólo reclaman lo que es «justo» y corresponde a los 200 años que los países ricos llevan contaminando el mundo.

El fantasma de los reproches sobre la colonización ha planeado sobre Copenhague, sobre todo en las alocuciones del grupo africano, que ha recordado una y otra vez la responsabilidad de las naciones ricas por los problemas del sur.

El tono del diálogo se recrudeció con la llegada de los presidentes de Bolivia y Venezuela, Evo Morales, y Hugo Chávez, quienes arreciaron en sus críticas contra el capitalismo como «cultura de la muerte» y «camino al infierno».

Mientras el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, emplazó a los 192 países de la cumbre a «unirse por el bien común», los Países Menos Desarrollados (LDC) expresaron su «frustración» por la poca atención que se ha prestado a su postura.

Las naciones en desarrollo han expresado airadamente su rechazo al proceder de la presidencia danesa y su decisión de mantener reuniones con grupos reducidos de países y dejar fuera a la mayoría, en una maniobra que han calificado de antidemocrática.

También Chávez anunció hoy que Venezuela no firmará un acuerdo que se ha fraguado «a espaldas de la mayoría» por considerar que se trata de un procedimiento «fraudulento».

Pese a todo, el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, y el presidente de turno de la UE, el sueco Fredrik Reinfeldt pedían aún que todos hagan «propuestas ambiciosas» en aras de un acuerdo «justo» y exigían responsabilidades al resto, especialmente a EEUU y a China.