«Si se está pasando un duelo hay que planificar cómo se afronta la Navidad»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMÓN LEIRO

Carmen García, psicóloga de la AECC, dice que es normal sentir más tristeza en esta época. Y cree que la clave es no caer en la autoexigencia

24 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las cosas más difíciles durante un duelo es sentir que el mundo sigue casi como siempre, con sus rutinas, mientras a uno se le va la vida por la tristeza que arrastra tras la muerte de ese padre, madre, hijo, hermano o amigo. Esa sensación es tremendamente notoria en Navidad. Lo cuenta bien Carmen García Hijano, una de las psicólogas de la Asociación Española Contra el Cáncer en Pontevedra que, precisamente, ayuda a muchas familias en duelo a afrontar un período tan sensible como las fechas navideñas. «En Navidad hay una disonancia muy clara entre el ambiente que hay en la calle, de afectividad y celebración, y lo que puede sentir una persona que está pasando por un duelo, por eso es normal tener más añoranza y tristeza», explica. Es por eso por lo que, llegado el mes de diciembre, la AECC siempre hace una sesión grupal en Pontevedra para afrontar este delicado tema. Porque García cree que sí hay herramientas a las que agarrarse. A la cabeza de ellas sitúa la previsión: «Si se está pasando un duelo hay que planificar cómo se afronta la Navidad», opina.

Carmen García indica que las personas que están pasando un duelo suelen reaccionar de tres formas distintas llegada la Navidad, y que quienes están alrededor deberían tratar de entenderlas y respetarlas. Por una parte, están las personas que deciden no celebrar la Navidad igual que antes de esa pérdida. Suele pasarles que «su cabeza y su cuerpo solo les piden huir en estos momentos». Ocurre así habitualmente con un duelo donde todavía está reciente el óbito. En estos casos, la familia o amigos deben ser conscientes de que la situación de vulnerabilidad es máxima y que es posible que esta persona o familia que está pasando el duelo pueda cambiar de opinión en el último momento con respecto a acudir o no a una cena o comida navideña. «Es algo entendible. Así que debería poder hablarse y que siempre hubiese un plan B. Es decir, que quienes están pasando el duelo tengan tranquilidad con respecto a que si dicen que vendrán a una celebración y luego no lo hacen no pase nada, que tengan alternativa. Esto es algo que si por adelantado no se planifica suele dar lugar a nervios y malestar», indica esta experta.

Otra reacción habitual es la de aquellas personas que deciden mantener las tradiciones tal cual se hacían antes del fallecimiento. Señalan que en ese caso la clave también está en hablar de la situación y ver si la persona que está pasando el duelo sigue en condiciones de hacer lo mismo: «Hay gente que por ejemplo hasta el duelo mantenía un papel de anfitrión o se encargaba de comprar todos los regalos. Hay que romper el hielo, ver si necesita ayuda y si algunas tareas se pueden repartir, porque un duelo suele implica cansancio», dice.

Crear nuevas tradiciones

En tercer lugar están aquellas personas o familias que optan por crear nuevas tradiciones. Señala que suele ser el camino más difícil, pero que puede deparar momentos agradables. Y pone un ejemplo que salió a relucir en una de esas sesiones grupales que hace la AECC: «En una familia donde se estaba pasando un duelo con niños se decidió que los pequeños escribiesen postales tanto a los presentes como a la personas que habían fallecido. Fue una forma de inaugurar una nueva tradición y, a la vez, recordar a los que ya no están. Implicar a los hijos en las nuevas costumbres es importante, les ayuda a ellos y le aporta también a los mayores, que suelen aceptar mejor los cambios cuando vienen de la mano de los niños».

Carmen García insiste en que no hay una receta única ni infalible para que una familia que sufrió una pérdida pase mejor la Navidad. E insiste en que la clave suele estar en no autoexigirnos demasiado cuando estamos en una situación de máxima vulnerabilidad. En ese afán por planificar las celebraciones para intentar que sean lo más tranquilas posibles sí o sí debería abordarse abiertamente si se quiere recordar o no a la persona fallecida: «Habrá a quien le pueda apetecer y a quien no. Se trata de intentar hacérselo fácil», concluye.