Josep Riera, actor: «Para pagar las facturas digo que no a muy pocas cosas»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CEDIDA

El interprete estará en el especial de Fin de Año que José Mota ha grabado, mientras sigue con su obra de teatro «Sex scape» a la espera de que se estrene ya en el 2022 la nueva película de Álex de la Iglesia, «El cuarto pasajero»

21 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque natural de Valencia, la relación del actor Josep Riera (1975) con la comarca se forjó realizando el Camino de Santiago y, posteriormente, se afianzó con los veraneos que desde hace tres disfruta en la casa que tienen los padres del también actor Eduardo Rosa tienen en Ares.

—Este Fin de Año lo veremos en el especial de José Mota, ¿no?

—Correcto. Lleva por título Un cuento de vanidad haciendo un juego de palabras con el famoso Un cuento de Navidad de Dickens. Es una peli, está rodado casi en formato peli... pero no puedo desvelar mucho, aunque ya está muy revelado por el título. Mota ha pretendido este año es diseccionar a través del humor el punto de vanidad que todos tenemos en todo lo que son las redes sociales, el postureo, las fotos...

—Y en paralelo protagonizado la obra de teatro «Sex scape».

—Es una obra que lleva escrita tres años y medio. El bum de las scape rooms viene ya de entonces y el autor, Borja Rabanal, tuvo muy buen ojo para ambientar una comedia de enredos en este entorno. En Madrid estamos en el Nuevo Teatro Alcalá todos los sábados, donde esperamos permanecer hasta mayo, final de temporada. Es muy divertida, muy loca y donde el espectador entra un poco asustado pensando «¡uy! ¿Dónde me he metido?», pero, a lo cinco minutos, ya entra en el tono de comedia. Es desternillante. No es por exagerar pero hay como cincuenta risas muy gordas y momentos que la gente aplaude.

El actor junto a un caracterizado José Mota
El actor junto a un caracterizado José Mota

—¿Hay posibilidad de una gira que les traiga a Pontevedra?

—Es un proyecto de una productora catalana pequeña. Sí que se intentó hacer girar... Justo antes del covid estaban valorándolo, pero vino la pandemia y se frenó todo. No puedo decir nada.

—Viendo su amplio currículo, no cabe duda de que es todo un animal de la escena...

—(risas) Sí. La verdad es que pasan los años y uno se sigue dedicando a algo que empezó como un juego, como una pasión, como una forma de huir de la realidad que no te acababa de gustar. Esto se acaba convirtiendo en una profesión en la que, para pagar las facturas, digo que no a muy pocas cosas. Me encanta. Ha habido temporadas en las que estaba en Madrid y me iba a Barcelona a rodar una serie, cojo un avión a última hora para ir al teatro, actúo, duermo y me vuelvo a coger un avión a Barcelona para volver a rodar. Y la semana que viene tengo un anuncio y por el camino me hago un cásting. Llevo así dos o tres meses. Los actores como tenemos que memorizar el texto, hay algo ahí que a todos los compañeros nos pasa, que es que la noche antes no duermes bien. Es porque tienes un texto que tienes que decir y es la primera vez que la haces delante de gente. A veces, ni conoces al compañero o compañera con el que vas a actuar. Hay una energía, no obstante, que aunque no duermas te mantiene como una rosa, fresco. Es la pasión por este oficio. Es como dice Concha Velasco, que estás resfriado y llegas a un teatro y se te pasa. Es así. Yo lo he experimentado. Me acuerdo una vez rodando con Mota. Al principio yo no lo conocía y me iban llamando muy poco y gusto un día lo hicieron y estaba resfriado. «Tiene que ser mala suerte», pensé. Llegué y le dije: «Lo siento. Estoy un poco resfriado». Y me dice, «que va, si estamos todos igual». En un plató, en un escenario, cualquier enfermedad desaparece. He llegado a actuar con muletas. Me caí con la moto cuando estaba haciendo una obra en Barcelona. Era una cena espectáculo de un restaurante y le digo a la directora: «Yo, si tú me dejas, me veo haciendo la obra». «Sí, te ponemos una silla», me contestó a lo que respondí: «No, no. Me voy a mover entre la gente. Voy a hacer lo mismo». Y fue una experiencia espectacular.

—Al margen del espectáculo de fin de año y la obra de teatro, ¿qué otros proyectos tiene en perspectiva?

—Este año ha sido extraño con esto del covid. Tengo pendiente de estreno la próxima película de Álex de la Iglesia, El cuarto pasajero, que está protagonizada por Blanca Suárez, Alberto San Juan, Ernesto Alterio y Rubén Cortada, entre otros. Es una comedia loca de enredo durante un viaje en Bla Bla Car dentro de lo que es el tono de Alex de la Iglesia. Creo que se estrenará a finales del 2022. Y luego he rodado una película para Alemania que se iba a estrenar ahora, pero será finalmente en marzo. Se titula J. G. A. Es una despedida de soltera alemana que acaba en Ibiza. Es una comedia comercial que se va a lanzar en trescientos cines más plataformas, por lo que espero se estrene aquí por la parte de los actores españoles que actuamos. Es un desfase. Mi personaje es un striper venido a menos. Ellas quieren contratarle y luego viene un enredo, no le pueden pagar, pero él hace el strip-tease sí o sí. Y luego hay una pequeña colaboración en una serie argentina que se estrenará durante el próximo año que se llama Porno y helado, del director y actor Martín Piroyansky. Es una comedia sobre unos cuarentañeros que montan un grupo de música por un tutorial de Internet y yo soy el español que ellos localizan para hacer la canción perfecta de pop. Entre en el proyecto porque Martín Piroyansky me conoce desde hace años porque me dijo que hay tutoriales para todo y todos son españoles. Es algo curioso. Lo rodé desde mi casa y se lo envié a ellos porque quería que fuera lo más real posible.