Un mes sin «desmadre» en el centro histórico de Pontevedra

Lars Christian Casares Berg
ch. casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Alba Weigand

Este fin de semana se cumplieron cuatro semanas de los últimos botellones en plazas y calles

08 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El botellódromo arrancó con timidez hace ahora tres semanas, al fin de semana siguiente en que el «desmadre», como lo calificaron vecinos y hosteleros, en calles y plazas del centro histórico obligase a tomar medidas en el asunto. Este fin de semana se cumplió un mes de aquel último botellón, que afectaba especialmente a las calles Laranxo, Padre Luis y el entorno de Valentín García Escudero, y que amenazaba con cronificarse, pues la presencia de la Policía Local, requerida por vecinos, apenas lograba disuadir a los jóvenes.

Un plan de actuaciones y la reactivación del botellódromo en el recinto ferial ha contribuido a sacar el problema del casco histórico en un tiempo récord. Aún se mantienen problemas de convivencia en las zonas de ocio nocturno, especialmente por las largas colas que se producen a las entradas de los locales, debido a la nueva política de accesos derivada de la pandemia.

Con todo, los incidentes han caído de forma notoria, según explican los mismos vecinos y hosteleros que sufrían la situación hace solo un mes. La presencia masiva de jóvenes en el recinto ferial tampoco ha derivado en especiales problemas en el botellódromo, según ha constatado la Policía Local. Se han propuesto para sanción algunas actitudes, como la presencia de menores bebiendo, aunque los partes han sido minoritarios.

Así las cosas, Pontevedra enfila el parón del curso que se producirá dentro de un mes, el próximo puente de diciembre y las fiestas navideñas con parte del trabajo ya hecho. El principal problema era que el botellón acabase por instalarse en el centro y desandar el camino que la ciudad había hecho de forma pionera en Galicia hace trece años con la ordenanza municipal «reguladora da protección da convivencia cidadá fronte ás alteracións sociais derivadas do consumo de bebidas alcohólicas nos espazos públicos», más conocida como ordenanza antibotellón.

Más de dos años después, la Xunta de Galicia tramitó un proyecto de ley que también trataba de restringir el fenómeno del botellón, centrada especialmente en los menores de edad, con la prohibición de beber cualquier tipo de alcohol.

Desde el área de Seguridade Cidadá —dirigida entonces por Guillerme Vázquez, impulsor de la ordenanza municipal— nació exclusivamente para poner coto a los excesos del botellón en el centro histórico y, especialmente, a las molestias que causaban a los vecinos, con especial intensidad en el Campillo de Santa María. La ley de la Xunta enfocó el problema desde la perspectiva de la salud, y fue la Consellería de Sanidade la encargada de pilotarla. El objetivo era prevenir el consumo de bebidas alcohólicas entre los menores de edad.

Esa diferencia de enfoques alimentó las críticas a la norma municipal, a la que se le reprochaba, entonces como ahora, que ponía poco énfasis en la prevención del alcoholismo y fomentaba las reuniones de jóvenes con la bebida como elemento de unión gracias al botellódromo.

El debate sigue igual de vivo tres lustros después, y desde la oposición municipal se alerta de los riesgos de este tipo de fenómenos —las reuniones de jóvenes en torno a la bebida—, acrecentados, dicen, por la pandemia, al poder convertirse el botellódromo en un punto que propicie focos de infección por coronavirus.

Obviamente, la reapertura del botellódromo no ha solucionado de un plumazo los problemas de ruidos en el centro histórico de madrugada, como reconocen los propios vecinos, pero sí ha resuelto en gran medida las reuniones masivas y la suciedad del botellón en calles y plazas. Otra cosa son los desmanes que se dan una vez cierran los bares de ocio nocturno. Entonces, se producen aglomeraciones, cánticos y altercados. Es la peor cara de la vuelta a la normalidad del ocio nocturno. Los empresarios de la noche reconocen que las peores situaciones se dan tras la hora de cierre, por eso apelan al civismo de la clientela y que no se demonice la noche por las malas actitudes de unos pocos. «En todas las noches hay algún desmadre, lo importante es que el desmadre no sea generalizado», resume uno de ellos.

 

La Policía Local: «La situación se ha normalizado mucho»

 

 

La Policía Local de Pontevedra ha pasado de tener que hacer frente a unas situaciones tensas, con centenares de jóvenes ocupando plazas y calles para beber, sin prácticamente otra alternativa de ocio nocturno, a vivir una noche, como la del pasado sábado, prácticamente normal, con los parámetros de un fin de semana casi de prepandemia.

Y es que la normalización de los aforos y horarios del ocio nocturno, en paralelo a la reapertura del botellódromo del recinto ferial como alternativa a los espacios públicos del centro histórico han contribuido a una normalización paulatina de la noche del fin de semana en Pontevedra.

Manuel Omil, portavoz de la Policía Local, explica que este pasado fin de semana las patrullas habilitadas para las noches del viernes y el sábado no se encontraron con problemas reseñables. «La situación se ha normalizado mucho», explica Manuel Omil. «Con los nuevos aforos y los horarios de apertura estamos viendo que se vuelve a una normalidad». Ya no es la situación de aquellos fines de semana en los que no había alternativas para los jóvenes, por las restricciones», explica.

Más frío, menos gente

Otro factor que ha ayudado es el meteorológico. Con la llegada de noches más frías, el ocio en la calle ha decaído ligeramente. «Hemos visto menos gente en el recinto ferial, unas cien personas de media a lo largo de la noche», relata el portavoz de la Policía Local de Pontevedra, que destaca que no se han tenido que hacer intervenciones ni proponer sanciones a los asistentes.

Los locales de ocio nocturno de Pontevedra han mantenido también a rajatabla los horarios para los que están habilitados ahora. «Todos han cerrado a su hora y no hemos visto ninguna infracción», dice Omil.

Pontevedra parece así retomar la normalidad que tenía antes de la pandemia, y las medidas tomadas han permitido reconducir la situación del botellón en la calle. La Policía Local, no obstante, mantendrá la vigilancia de los lugares más conflictivos para evitar que se reproduzcan episodios como los botellones masivos de los momentos en los que se levantaron las restricciones de horarios y movilidad sin que estos se acompasaran con los horarios de apertura de los locales de ocio nocturno. Ahora, el engranaje parece ir tomando forma.