Una profe de élite para aprender a competir

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Quedarse fuera de los Juegos Olímpicos de Río abrió a Lúa Piñeiro la puerta de la enseñanza. Más de un centenar de alumnos aprenden los valores del taekuondo con ella en el club Número Phi

27 ene 2020 . Actualizado a las 21:00 h.

«A mí el taekuondo me ha dado los mejores momentos de mi vida, pero también otros muy duros». Lúa Piñeiro no entiende su vida sin el taekuondo, ni este deporte se entiende sin ella. No encuentra un sitio para ser más feliz que encima de un tapiz, pero reconoce que rozar el cielo deportivo tiene un coste que ella lo ha pagado derramando demasiadas lágrimas. La exigencia de no caerse de la selección nacional, de no demostrar debilidad, o el dolor por quedarse a las puertas de los Juegos Olímpicos después de cuatro años de sacrificio le han obligado a echar el freno. «Después de eso, rompí. Decidía apartarme a nivel nacional, aunque en Galicia seguían llamándome porque las medallas dan resultados y subvenciones, lloré mucho, lo hacía al llegar a casa», comenta. Nunca hubiese imaginado que tocar fondo le abriría una puerta que nunca pensó que la pudiese hacer tan feliz.

Lúa es una deportista muy conocida en Caldas, así que después del preolímpico del 2016 se planteó la idea de dar clases. «No esperaba que me fuese tan bien», dice echando la vista atrás. Comenzó con un grupo de niños en la Sociedad Recreativa Mercantil de su localidad. Iba a darle un par de clases, pero pronto le surgió la oportunidad de quedarse con la gestión de las actividades del centro y los niños empezaron a multiplicarse sobre el tapiz. Hace apenas unos días, Número Phi se convirtió en un club federado que poco a poco empezará a colar deportistas en los campeonatos. «En el propio club somos sobre 100, pero si le unimos los niños de las extraescolares llegamos a los 125», explica Piñeiro, que nunca creía que su pasión la llevaría por el camino de la enseñanza. Y solo está empezando. «Mi objetivo es mantenerme y seguir creciendo, espero poder tener nuestra propia sede en el futuro», indica.

No solo atiende a estos pequeños taekuondistas, Lúa está graduada en Magisterio por Educación Física y Educación Primaria y ahora está terminando Educación Social. No tiene freno. Al menos ella no se lo pone. «Nosotros somos muy exigentes con la disciplina, con la educación, tienen que ser educados. Nuestro lema ya lo dice: Primero personas, después campeones», explica esta taekuondista de Caldas, que quiso hacer de su villa una buena cantera para el futuro.

Enseña a los más pequeños, algunos con apenas tres años a los que le da psicomotricidad aplicada a esta disciplina, pero tanto ella, como su compañero en esta aventura, Fernando Rascado, aprenden cada día. Atienden al club, a Los Sauces y a coles de Cuntis y A Estrada, que no se pueden desplazar hasta Caldas.

Ya recuperada del golpe del preolímpico y en una época reflexiva sobre su vida deportiva, Lúa ha vuelto a la competición internacional, concretamente al Europeo por clubes. «Estoy pendiente de los niños, pero no descarto la competición. El cuerpo sigue respondiéndome y no me veo fuera del tapiz», explica Piñeiro, que prosigue: «Para los niños es motivador ver que sus entrenadores compite y para nosotros es la repera que estén ahí animándonos».

Una vida en la élite

Y es que Lúa lleva desde los 16 años en la élite. Empezó con siete en un gimnasio de Caldas, pero con 15 años la «descubrieron» y se fue al Olimpic de Vilagarcía. Ese fue el punto de partida de una carrera de medallas hasta que hace algo más de tres años pidió tiempo muerto. «Esa es mi educación, si entreno, tengo que competir», resume esta campeona de Europa y cuatro veces campeona de España sénior, además de haberlo sido en todas las categorías. A pesar de recorrer el mundo de tapiz en tapiz, Lúa guarda un hueco especial para la primera medalla. «La que gané en el Campeonato de España júnior en Barcelona, con mi familia apoyándome», destaca.

La vida de sacrificio se cuenta por títulos, pero la taekuondista recuerda una frase que le dijo su hermanda y que valdría para explicar su carrera deportiva. «El taekuondo es mi vida, pero nunca obligaría a mi hermana a hacerlo, los malos momentos son demasiado malos, ella me dijo un día, ‘quiero ser como tú, pero no quiero tu vida’», recuerda. Esas palabras no las olvida. Las tiene presentes cuando cada día se sube al tapiz con sus niños, a los que traslada lo aprendido durante una vida de disciplina. «Esto no va de soltar patadas porque sí, nosotros le enseñamos a reflexionar, queremos que sean analíticos, que sientan el taekuondo como lo sentimos nosotros», se despide Lúa, que recalca bien alto y bien claro que «echo mucho de menos la competición».