Los voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica concluyeron ayer por la tarde los trabajos de exhumación de los cadáveres de Castor Cordal Garrido y Ramón Barreiro Rodríguez, los dos arousanos fusilados en 1936 en Barro y enterrados en una fosa común junto a la iglesia de Curro.
Para el levantamiento de los cuerpos se siguió el protocolo establecido en estos casos. La ARMH y familiares de los asesinados hicieron una comparecencia para dar cuenta del hallazgo ante la Guardia Civil de Caldas de Reis, que dio aviso al juzgado. Y a continuación se personó en el lugar la policía judicial con un forense para documentar el estado de los restos y certificar que no eran víctimas de un crimen reciente, sino que habría prescrito.
La Asociación de la Memoria Histórica fue autorizada entonces a levantar los cadáveres y a su custodia y traslado al laboratorio que tiene en Ponferrada para su identificación mediante un estudio antropológico.
Santiago Macías, vicepresidente de la ARMH, confía en que de aquí a finales de año estén identificados para entregárselos a las familias y por fin puedan enterrarlos dignamente en los cementerios de Cambados y Ribadumia.
Macías explicó que la posición en línea de los dos cadáveres dentro de la fosa y bien diferenciados facilitó la exhumación. Ambos tenían alojadas las balas que les dispararon en el cráneo y uno de ellos también en el fémur derecho.
Las mutilaciones o lesiones por torturas previas al fusilamiento, se determinarán en el laboratorio. A Ramón Barreiro le cortaron un dedo para sacarle un anillo, algo que no pudo percibirse en el momento de sacarlo de la fosa por la descomposición de los huesos de la mano.
Con los cuerpos aparecieron los zapatos, pero ningún resto de ropa, que se habría desintegrado.
Los sobrinos de las dos víctimas estuvieron presentes en todo el proceso de exhumación y ayer por la tarde se produjo uno de los momentos más emotivos al visitar la fosa la hermana de Castor Cordal y reencontrarse con el cadáver. Josefina, de 83 años, tenía 9 cuando lo mataron y fue ella quien transmitió a los familiares más jóvenes todos los detalles de la dramática detención y fusilamiento de su hermano.
Los restos de los dos arousanos fueron introducidos en cajas de cartón, un material que absorbe la humedad, para su traslado a Ponferrada.