Del río Lérez al Shannon

Chelo Lago

PONTEVEDRA

Aficionados a la pesca deportiva, no dudan en viajar todos los años hasta Irlanda, con otros miembros de la familia, para capturar salmones

29 mar 2009 . Actualizado a las 03:00 h.

Jesús Maquieira es el pionero de su familia en la afición a la pesca deportiva, que transmitió a sus cuatro hijos -Jesús, José, Eugenia y María José-. Además, convirtió su afición en su profesión, pues montó una tienda de referencia en el sector, que ahora, ya jubilado, lleva su hija María José, aunque él también acude a charlar con los clientes.

Él era el menor de diez hermanos, ninguno aficionado, así que tuvo que empezar de cero, sin nadie que le enseñara. «Ahora -comenta-, viene un cliente a la tienda y te pregunta, pero yo no tenía a quién preguntar». Desde niño, sobre los 8 años, empezó a salir a pescar. Entre risas, comenta que las cañas evolucionaron muchísimo desde entonces: «Antes teníamos la caña de bambú nuestra, un trozo de tanza, un corcho de una botella, y unos alfileres con los que hacíamos los anzuelos, y el caso es que se pescaba».

Sobre la leyenda de que los pescadores son un poco fantasmas, la ratifica plenamente. «A veces capturan un pez que pesa medio kilo y acaba con 4 o 5 kilos».

En cuando a la tienda, cuando murió su padre siguió con el negocio familiar, un bazar de loza en la calle Real, en el que abrió una sección de pesca. Y cuando se trasladó al actual emplazamiento, en la plaza de España, «el 1 de mayo de 1980», ya se dedicó por entero a la pesca, un deporte que no considera caro, si bien matiza que existen varias modalidades, «y unas necesitan unos artilugios más costosos, pero la pesca de río con cebo vivo es barata: con una caña, unos anzuelos y unos plomos, ya está arreglado». Afirma además que sigue habiendo bastante afición, aunque lo que escasean son las truchas.

Naturaleza

Todos sus hijos, excepto José, que se inició antes de los 10 años, comenzaron a practicar la pesca ya de mayores. «Yo no los llevaba cuando eran pequeños», comenta el padre. María José, que atiende la tienda, empezó a salir al río a los 16 años, y confiesa que quien más le enseñó fue su hermano José. «Mi padre -dice- para enseñar a los clientes aquí en la tienda sí, pero a la hora de pescar le gusta disfrutar y te decía que observaras para aprender».

Sobre esta actividad, a la que dedica tiempo en cuanto puede, afirma que le engancha todo, «el contacto con la naturaleza, la paz, la tranquilidad... ves muchsísimas cosas y te da una sensación muy buena».

Su lugar favorito para la pesca, «en cuanto a bonito, es el Lérez». «La zona de Bora es ideal, y además la tienes aquí al lado, aunque no tiene truchas», subraya. Siguen saliendo a pescar al río y también al mar, a los sargos, y no perdonan una visita anual a Irlanda. «Todos los años en el mes de junio, nos vamos con mi padre, a pescar salmones a Irlanda, al río Shannon». La única de los hermanos que falla es Eugenia, pues ella es aficionada a la pesca en el mar. «Es un sitio muy tranquilo -explica la pescadora-, que nos gusta mucho a todos y además, algunos años pescamos 12 o 15 piezas».

En Pontevedra, además de en el Lérez, suelen pescar en el Ulla, y luego también en el Eo y otros ríos asturianos. «Hay un problema -comenta- y es que tienes que ir a un sorteo para poder pescar salmón. Y este año no nos tocaron permisos ni en el Lérez ni en el Umia, pero sí en Asturias y en el Eo».

La captura con que más disfrutó fueron los dos salmones que enganchó un día en el Ulla, «aunque luego perdí los dos». «Y también cuando cogí un salmón de cinco kilos en Irlanda», añade María José.

En cuanto al comercio que ahora regenta, tras la jubilación de su padre, reconoce que se lo dejó todo hecho, «con local, la clientela hecha... y yo no tuve que poner nada, por lo que me resultó bastante fácil, aunque siempre introduces algunas novedades, como aumentar otras secciones, en este caso la pesca submarina, pero en definitiva, me dio el negocio hecho».