El módulo cinco

Mercedes Escauriaza mercedes. escauriaza@lavoz.es

PONTEVEDRA

23 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

No todo lo que ocurre en esta vida puede ser observado por todo el mundo. Pero hay privacidades voluntarias y privacidades impuestas, por llamar a estas últimas de alguna manera. Esta es la que viven, con respecto a la sociedad libre, los presos que han ido a parar al centro penitenciario de A Lama. Se han saltado reglas y normas, algunos presumiblemente, y por eso están ahí, tras una reja, pero no apartados de este mundo.

Eso es para ellos A Voz de A Lama, una publicación no periódica, con la que consiguen trascender no solo hasta cualquier rincón de la prisión, sino también fuera de ella. Es en cierto modo un vehículo de libertad. Acaba de salir a la calle el último número, con un diseño revisado y con temas de actualidad: El lado oscuro de la heroína; El cambio climático: La amenaza invisible; o Volando al revés, un reportaje sobre Fórmula 1, son algunos de los temas que se abordan en este nuevo número, en el que también se reflejan las actividades deportivas o al aire libre que se organizan desde A Lama. Una inciativa más del centro que dirige José Antonio Gómez Novoa.

De las cuarenta y ocho páginas elaboradas por el equipo de redacción, obviamente anónimo de puertas afuera, hay una que llama poderosamente la atención, con un reportaje titulado Módulo 5. Tanto esta como la colaboración de un preso que lleva un tiempo en dicho módulo, destilan una sensibilidad no supuesta al otro lado de la reja.

El texto en cuestión se refiere al módulo de convivencia deportivo, exactamente el número 5, para el que fueron elegidos setenta presidiarios para llevar a cabo este proyecto. Y como La Voz de A Lama no se vende en quioscos, ahí va un retazo. «El módulo cinco es el lugar ideal para vivir dentro de la prisión, para aquellos que por encima de todo en su vida, prima la pasión por el deporte, ya que en este módulo tiene todas las facilidades para practicarlo (...) Todo esto es posible gracias a la labor de José Méndez (educador), que se propone como objetivo final de este proyecto, conseguir dotar al módulo con los mismos avances y medios que se pueden encontrar en cualquier gimnasio».

Pero este módulo no es la primera experiencia de convivencia que se lleva a cabo en A Lama. El 25 de julio pasado, el módulo seis celebró su primer año como módulo de convivencia. En febrero, el número ocho comenzó a funcionar como módulo terapeútico, continuando la labor que comenzó en el nueve, al mismo tiempo que el siete se convirtió en otra de estas islas de convivencia.

Uno de los que disfrutan, eufemísticamente hablando, de una de estas zonas es otro anónimo colaborador de la revista que cuenta su experiencia en primera persona. Entre otras muchas cosas cuenta que el módulo de convivencia es un lugar «donde cada compañero se implica al máximo para que todos nos encontremos en la medida de lo posible lo más a gusto y tranquilos, sin tener que llevar ojos también en la nuca y con la mochila cargada a nuestras espaldas con todos nuestros enseres».

Pontevedra no va a ser menos que Berlín, donde los presos están tan de moda, que los internos de la prisión de Tegel acaban de inaugurar su primera tienda en la capital alemana. Resulta que hace un año iniciaron la venta de sus uniformes confeccionados por ellos mismos, y la idea causó tanto furor que ya tienen una línea de ropa que se llama Preso: ropa de cárcel desde 1898. Esto es un ejemplo más de que nunca se sabe hasta dónde pueden llegar las ideas que se desarrollan y se materializan dentro de una prisión. Porque seguro que alguna fashion está piando ahora por ponerse un pantalón rojo de la cárcel de Amberg o una camiseta blanca de Kaisheim, sus nuevos socios. Se acabó la dictadura de Dolce&Gabanna. La libertad puede llegar desde detrás de las rejas de una prisión.