La amnesia

Pablo Varela Varela
Pablo Varela EL APAGÓN

OURENSE

15 jul 2020 . Actualizado a las 15:58 h.

Pasou o día e pasou a romería. Algún día habrá que preguntarse qué fue de la Galicia que se prometía de sopetón cada cuatro años pero que nunca llegó. Para un servidor, con raíces en la Costa da Morte, no habrá mayor espera que la del parador de Muxía. Estuvo tanto tiempo al borde de abrirse que al final tuvieron que hacerlo. No quedaba otra. Fueron las migas de compensación tras el Prestige, que se hundió ante la costa pero explica una inmensidad de cosas de Galicia en su conjunto. De su capacidad para esperar o poner la otra mejilla. O incluso de escuchar las mismas garantías cada cierto tiempo sin que nadie se sonroje.

Es el eterno ejercicio de paciencia que se ha llevado por delante a generaciones enteras y a sus ilusiones, quizá el mayor activo con el que siempre se ha contado aquí hasta que muchos parten más allá del Padornelo o enfilan el camino hacia los aeropuertos.

Aún estamos a tiempo, pero tampoco nos sobra. Hace unos días, un carpintero ourensano de cuarta generación familiar nos mostraba su asombro al explicar el trayecto que lleva a la madera de roble gallego hasta las bodegas de whisky en Escocia o Irlanda. La fabricación y tratamiento de las tablas para las barricas se realiza en empresas asentadas en Andalucía y, de allí, se exporta a las destilerías de las Islas Británicas para que, posteriormente, los aromas de la madera impregnen un producto que se vende con el sello de distinción de las Highlands o el país del trébol, pero que quizá no podría entenderse sin los bosques de Galicia. Porque hasta en eso, en el viaje de adiós de su madera más allá de su tierra, Galicia sigue siendo Galicia.