¿Qué frontera?

Pablo Varela Varela
Pablo Varela EL APAGÓN

OURENSE

04 jun 2020 . Actualizado a las 13:01 h.

Siempre nos queda Portugal. O eso dice mi padre, que en caso de duda se acaba perdiendo a propósito entre sus pistas de adoquín. En la provincia, uno podría conducir sin apuro, despistarse y acabar rebasando la frontera, si es que se puede llamar realmente así.

En Vilarelho da Raia, el Soares de un lado es primo del Suárez que está al otro. El fuego, que no entiende de familias, cruza esas líneas ficticias y sigue su camino como cada verano. Y en algunas localidades, los bloques de hormigón para cerrar el paso durante la cuarentena se adentraban cosa de un metro en el territorio contiguo porque, en realidad, los marcos podrían no están bien definidos. O si lo están, ¿por qué no disputarlos de nuevo?

Siempre nos queda Portugal incluso cuando vienen mal dadas, como el animal que vuelve al refugio tras demasiado tiempo a la intemperie. Parece un aviso. La economía gallega y la lusa no siempre han ido de la mano, pero apareció el coronavirus y a una orilla y otra del Miño se hizo palpable la sensación de que lo inexplicable era no dársela. En tiempos de aislamiento, al tejido empresarial de Ourense quizá le haga falta redoblar su conexión con el país vecino. No pocos portugueses acudían a las termas de la provincia antes de que se iniciase la epidemia, siempre sorprendidos de que en la ciudad no hubiese un balneario enfocado al turismo terapéutico por la calidad de sus aguas.

Ese debe aún sigue ahí, esperando decisiones valientes que llevan años criando musgo. Y esos años, por mucho que en política pasen excesivamente despacio, aún desfilan más lentos para los que escuchan las promesas.