Los primeros atletas griegos eran definidos como personas que competían en una prueba para hacerse con un premio. Ya ha llovido desde que, varios años antes de Cristo, aquellos helenos le comenzaran a dar forma al maravilloso compendio de carreras, saltos y lanzamientos que hoy conocemos como atletismo.
Como experiencia personal -incluso profesional-, he de admitir que muchos de mis contactos vinculados de uno u otro modo a la práctica atlética hacen notable énfasis en explicar que la moda de las carreras populares y hasta el running son una explicación escasa de lo que es el atletismo. Y más de uno me había invitado a vivir de cerca un programa de competición, de los de verdad. Cada cuatro años, engancha el que se desarrolla en los Juegos Olímpicos.
Pero verlo en casa, en Expourense, cuando el invierno va tocando a su fin... Créanme, fue una gozada. Quizás debimos ser más, porque un espectáculo semejante se merece mayor aforo, pero seguir de cerca las evoluciones de súper atletas a escasos metros fue un auténtico bocatto di cardinale. Y el fin de semana dio para mucho. La pista ya tiene su récord de España de caché, el de Pablo Torrijos en el triple salto, la misma prueba en la que Ana Peleteiro forja su leyenda mezclando su acento de Ribeira con el habanero de Iván Pedroso. Jean Marie Okutu, desde Marín, o Adrián Ben, de Viveiro, lucen los colores de figuras como Messi, porque también son estelares y Orlando Ortega ganó velocidad en Ourense para pelear en Tokio por un oro olímpico. Y Leticia Gil, del ADAS a la fama, o Alejandro Fernández tirando del pelotón. Que vuelvan cuanto antes.