«Marisco no medio do monte»

PEPE SEOANE OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

O Barazal, el triunfo del esfuerzo y una apuesta personal consolidada en 33 años

22 jul 2013 . Actualizado a las 07:05 h.

Si se ve con distancia, teniendo en cuenta cómo era Ourense y -sobre todo- cómo eran sus carreteras hace 33 años, no se puede negar a Ricardo Álvarez González (Maside, 1949) el mérito que tiene haber puesto en marcha un restaurante como O Barazal. Y apostar, como ahora rememora con satisfacción, por hacer algo distinto. «Vender marisco no medio do monte non era fácil», resume. Ricardo sabía que había que hacerlo bien. Había estado trabajando diez años en el hoy lamentablemente cerrado y durante décadas bandera de la hostelería ourensana, el Sanmiguel. Y había estado otros siete años, ya como empresario, en Santiago de Compostela. Venía aprendido y sabía que lo primero, antes que cualquier otra cosa, es ofrecer materia prima de calidad. «Na compra está o segredo de todo. Se acertas, vas ben. Se erras na materia prima, fracasas», resume. Sumemos la convicción de que al personal hay que respetarlo y tratarlo de forma correcta, y que al cliente no se le puede dar el palo de forma gratuita. En ese ambiente, con la madre, Pilar González Conde, siempre pendiente de la cocina, creció Diego Álvarez, que nació durante la etapa compostelana de la familia, aunque pronto recuperó raíces en Maside.

La transición ha sido suave. El padre fue cediendo terreno, mientras el hijo asumía cada vez más responsabilidades. En realidad, ya está al frente, aunque hay un apartado en el que, consciente como es de la veteranía del progenitor, sabe que no tiene nada que hacer, que no logrará superarlo. «El arte del regateo, de la negociación, es algo natural que no se aprende. Puedes mejorar, puedes saber cuáles son las mejores lonjas, tener claros los mejores proveedores, pero ajustar y afinar precios, es algo diferente», reconoce.

Son muchos miles de kilómetros los que carga sobre sus espaldas Ricardo. Y no siempre, claro, por carreteras como las de ahora mismo. Ni con coches tan cómodos y seguros como los que hoy se pueden emplear.

La costa de Galicia no tiene secretos para ellos. Muros, Vigo, Fisterra, Lira, O Grove y la Illa de Arousa son sus puntos de referencia. Y, salvo sorpresas, de cada sitio traerá Ricardo lo que va a buscar tres o cuatro veces por semana. Que la vida en Maside haya girado en torno a un mundo de pescados y mariscos tiene su historia. Como que O Carballiño sea la capital del pulpo, pero es otra historia.

A estas alturas de la película, empezando a saborear la jubilación pero aún dispuesto a hacer la compra diaria antes de soltar amarras de forma definitiva, Ricardo se muestra satisfecho del trabajo realizado. Y de la continuidad. Es muy consciente de lo doloroso que puede llegar a resultar verse un día apagando la luz de un restaurante y saber que al día siguiente estará cerrado. No llegó a tener nunca percepción de vacío. Y aunque su hija María emprendió un rumbo profesionalmente diferente en el sector de la comunicación, a Diego le tiraba la hostelería. El padre tiene la sensación de que siempre le gustó. Y el hijo corrobora. «Que si el bachillerato, que si la universidad, que si te pasas temporadas fuera de casa, pero, al final, tira lo que tienes. Desde niño viví este ambiente. Aún me veo somnoliento, cansado, a última hora, después de haber estado correteando por el comedor, medio dormido debajo de cualquier mesa», rememora. Y sonríe, mientras el padre piensa en la huerta q ue tiene al lado y que requiere de los cuidados diarios y de una reparadora riega que permita disfrutar de las cosas de casa.

¿Crisis? Sigue habiendo clientes todos los días y se mantiene la plantilla, que, en momento puntuales precisa refuerzos. ¿Qué más se puede pedir?

ricardo Álvarez, pilar gonzález y diego Álvarez gonzález

«Na compra está o secreto. Se acertas coa materia prima, vas ben. Se non, fracasas. Hai que ver a mercancia»

Ricardo Álvarez Padre

«El arte del regateo, de la negociación, es algo que no se aprende, que no se puede heredar ni te lo pueden enseñar»

Diego Álvarez Hijo