El Principado de Santo Estevo

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Crónica | Seminario del CSIC en el parador de Nogueira de Ramuín La estancia del Príncipe de Asturias en el hotel monumento de la Ribeira Sacra ha supuesto la puesta en marcha de un despliegue policial inusitado en el pueblo

03 nov 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

?os escasos vecinos de Santo Estevo de Ribas de Sil guardarán siempre en su memoria el día de la inauguración del parador. Tras décadas de abandono y ruina de sus dependencias se vivió un primer intento de recuperación por parte de la Deputación de Ourense, con la propuesta frustrada de convertirlo en Archivo Histórico de Galicia, y la apuesta clara y definitiva de Paradores por reinventarlo como punto de referencia para el turismo de naturaleza y auténtico bastión para la Ribeira Sacra. Desde entonces todo cambió en el pequeño pueblo de Nogueira de Ramuín. Con poco más de dos años de actividad, el parador de Santo Estevo se ha convertido en un referente inexcusable de la oferta turística de Galicia que ha ido atrayendo hasta la Ribeira Sacra a destacadas personalidades como Norman Foster, Solbes, Zapatero o Solana, entre otros. Y desde la noche del viernes el antiguo monasterio benedictino acoge al Príncipe de Asturias, que participa en el seminario sobre inmigración organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Un acontecimiento, la presencia de Don Felipe en el parador, que ha revolucionado la monotonía habitual del pueblo y ha creado una inusitada expectación. Aldea tomada Acostumbrados ya al despliegue policial y a las medidas de seguridad, los vecinos de Santo Estevo de Ribas de Sil se lo toman con toda la parsimonia del mundo y como la otra cara de la moneda de un hecho irrefutable: la dinamización de la zona con la oferta turística que ha llevado consigo la recuperación de los antiguos caminos para rutas de senderismo, la presencia constante de visitantes para conocer el lugar y la revaloración de unas propiedades que han pasado de ser destartaladas estructuras a escasas y codiciadas propiedades para los trabajadores del parador o como segunda residencia. El anuncio de la visita del Príncipe de Asturias actuó como un verdadero tsunami en Santo Estevo y desde hace días el pueblo de Nogueira de Ramuín se convirtió en un remedo de Villar del Río, sólo que en esta ocasión no se aguardaba la visita de Míster Marshall, sino de Don Felipe. Aún así, el alcalde Julio Carlos Temes se enfundó en el papel del mítico regidor Don Pablo (Pepe Isbert) y toda la intendencia posible -y los refuerzos de las brigadas de la Diputación- puso manos a la obra para poner a Santo Estevo «de película». Se regaron las calles con el camión de la brigada contraincendios, se barrieron, se emplearon a fondo los trabajadores con las desbrozadoras y se dejó el lugar políticamente correcto: ni rastro de la entrañable ropa al clareo en la bajada al parador, ni un destartalado cacharro por las esquinas ni un triste ourizo por las calles en uno de los otoños más bellos de Galicia, el de los soutos de castaños de la Ribeira Sacra. Desde el viernes Santo Estevo es un pueblo tomado. La veintena de vecinos han vivido el desembarco de todo tipo de fuerzas de seguridad, en número considerable, hasta convertirlos en una minoría autóctona y controlada. Los de Nogueira encajan con sorna la aparición de los turistas accidentales en que se transforman los policías de paisano y de los uniformados que toman socalcos y corredoiras y se aplican en su mejor pasatiempo: charlar apoyados en el muro de piedra del parador para ver si, por casualidad, tienen la suerte de poder contar la aparición esporádica del Príncipe de Asturias, alabar la belleza de los perros policías o seguir con la mirada el coche de la cartera del pueblo o de la furgoneta del panadero para ver cómo pasan los controles policiales. O cómo los policias abarrotan los restaurantes de Nogueira o empujan la moto de la Guardia Civil a la que le ha dado por no encender. Las castañas del Lolo A pesar de convertir a Santo Estevo en una suerte de Principado de fin de semana para Don Felipe, hay realidades que no saben de monarquías. En un lugar donde la castaña es un bien preciado y generador de importantes recursos económicos, en la bajaba al parador campan tres taxativas advertencias, en forma de cartel, instaladas en los árboles: «Propiedad privada», «Propiedade privada» y un explícito «Estas castañas son do Lolo». Seguro que al Príncipe de Asturias ya le habrán informado que a los vecinos no le gusta que los visitantes se lleven sus castañas y que O Lolo es toda una institución: pedáneo, cartero, vigilante del monasterio, padre de familia numerosa, mesonero -ahora pensionista- y uno de los moradores de toda la vida de Santo Estevo.