Crónica |El compromiso político La jefa de prensa del PP ourensano fue de relleno en una lista de este partido en el País Vasco y tuvo que dimitir tras resultar elegida inesperadamente
19 ago 2003 . Actualizado a las 07:00 h.?a jefa de prensa del PP ourensano, Asun Soto, ha vivido en el puro rizo del sistema democrático, envuelta en una ola del juego político que casi acaba por sentarla, con acta de concejal por delante, en el salón de sesiones del ayuntamiento vasco de Pasajes. Inopinadamente. Asun Soto es una de la decena de militantes ourensanos del PP -en su mayoría mujeres- que cada año, desde 1989, ofrecen sus nombres para confeccionar listas en pequeños municipios del País Vasco en donde este partido encuentra dificultades para formar candidaturas. El año pasado fue candidata en Erandio y este último rellenó un hueco, con el número 10 de la lista, en Pasajes. Para su perplejidad, y la de los integrantes de su partido, Asun salió elegida al dimitir los que ocupaban los puestos anteriores al de ella -todos de relleno, con excepción de los dos primeros- y el PP apeló a la nueva Ley según la cual si dimiten los dos tercios de una lista se puede formar una gestora. Así que finalmente dimitieron todos, ella también, y se formó la gestora con militantes y simpatizantes del PP de Pasajes. Solidaridad Una cuestión de solidaridad y creencia en el juego democrático, según ella misma indica. «Lo haría por cualquier otro partido constitucionalista que se viera privado de libertad y amenazado por el miedo, pero es que además soy militante del PP y me parece increíble que los vascos que quieran votar por esta opción en sus concellos no puedan hacerlo», señala justificando su actitud. Una acción que, según se apura a matizar, no pretende la heroicidad. «No soy Juana de Arco ni Teresa de Calcuta, sólo que creo en la libertad y quiero que se mantenga la democracia», explica. Pero pese a este razonamiento, la jefa de prensa del PP reconoce que habría tomado posesión de su acta de concejala en Pasajes si su partido se lo hubiera pedido. «Tendría miedo, mucho miedo, pero contaría con protección y lo haría llegado el caso», reconoce no sin antes explicar que «esto es una cuestión también de carácter, porque a mí me ocurre que, a donde me llaman, si me necesitan, allí voy, como lo hicieron muchos españoles con los gallegos cuando ocurrió la catástrofe del Prestige».