Anda el campo revuelto y no es por la llegada de la primavera en enero. Para mi sorpresa es que los agricultores demandan la retirada de la Agenda 2030 y los llamados ODS (Objetivos del Desarrollo Sostenible). Seré sincero: para empezar, me sorprendió que todo el mundo estuviera al tanto de estas cuestiones, pero cuando vi quién estaba detrás me di cuenta de que hay nabo encerrado.
El Partido Popular está tan preocupado por el campo en nuestro país que en todas las comunidades autónomas que comparte con Vox les ha regalado la consejería de agricultura, o la de medio natural y los servicios forestales; mientras, los de Abascal siguen pensando que el campo es lo de los toros y la caza, y que toda la culpa es de la agenda europea.
Los del Gobierno no dan abasto. Entre los fiscales, el juez vengador y Puigdemont, solo les faltaba que vinieran los agricultores a levantarles las patatas, pidiendo que se acabe la sequía y que el uso de los herbicidas prohibidos sea libre, como lo es fuera de la Unión Europea; en resumen, un asunto de difícil solución, pero separemos el grano de la paja.
En los últimos dos años, los fondos destinados a agricultores y ganaderos han superado los 4.000 millones de euros, a los que se suman otros 6.800 millones de la Política Agrícola Común (PAC), además de aprobarse la ley de la cadena alimentaria en el 2021 con el voto en contra del Partido Popular y Vox. ¡Toma castaña!
Sin embargo, en vez de solicitar una mejor aplicación de las ayudas, el 20 % de los agricultores se lleva el 80 %, se demanda la barra libre de algunos herbicidas tóxicos o se pide la eliminación de limitaciones en aquellas áreas dedicadas a la conservación de la biodiversidad. ¡Aquí hay tomate y no precisamente ecológico!
También los bulos, con v de Vox, juegan su papel. Al parecer, la sequía es provocada, porque el cambio climático no existe y el Gobierno se divierte destruyendo presas; de seguir así, España quedará desabastecida y tendremos que consumir rabo de toro. Lo de que desaparecen los polinizadores, la biodiversidad y esas chorradas es cosa de los científicos, que no tienen nada que hacer.
Pues bien, el problema no es la Agenda 2030 que nadie se ha leído; el problema, o, mejor dicho, los problemas son: (1) El reparto no equitativo de los fondos agrícolas; (2) La entrada en el sistema de grandes empresas y fondos de inversión, (y 3) La inexistencia de las llamadas «cláusulas espejo», que significan exigir a los productos de origen externo las mismas condiciones sanitarias, ecológicas, etcétera, que a los de producción propia.
Por supuesto que los agricultores tienen derecho a protestar, lo han hecho siempre y tienen suficientes razones para hacerlo, pero disparar contra las medidas ecológicas puede ser rentable hoy, pero será una hipoteca para el futuro. Recuerden que hay distintas formas de ver las cosas y es difícil llegar a acuerdos cuando siempre pierden los mismos, pero piensen que en Galicia hay quien ve grelos cuando en realidad son nabizas.
¡Qué te digo yo que son grelos! Son nabizas, meu.