Cómo evitar el monopolio de Renfe en el eje Galicia-Madrid

Xián Castro INGENIERO INDUSTRIAL - UNIVERSIDADE DE VIGO

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

26 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El monopolio es una situación de mercado en la que una sola empresa ofrece un producto o servicio, y aprovechando su posición dominante, fija el precio y las condiciones que desea. Esta situación solo resulta deseable en el caso de los denominados «monopolios naturales», que son aquellos mercados donde sería improcedente que dos o más empresas prestasen el servicio, y por ello la Administración regula los precios. Por ejemplo, en el transporte de electricidad, sería negativo para la sociedad que hubiese varias empresas construyendo líneas de alta tensión en paralelo, por el mayor coste económico y ambiental que tendría la competencia en ese sector. Por ello la Administración encomienda a Red Eléctrica el transporte de electricidad, a cambio de un precio regulado. Sin embargo, el resto de los monopolios son perjudiciales porque se intercambia menos producto en el mercado, y a unos precios mucho más altos, perjudicando a los consumidores y a la sociedad en su conjunto, a costa de que la empresa monopolista obtenga beneficios extraordinariamente elevados.

Lamentablemente, en España hay un mercado en el que a día de hoy existe una clara situación de monopolio y en el que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) no actúa ni tiene previsto hacerlo. Se trata de la línea de alta velocidad Galicia-Madrid, en la que por una desafortunada decisión política del pasado, conviven dos anchos de vía: el internacional y el ibérico. Renfe es la única compañía que cuenta con trenes de velocidad alta capaces de adaptarse a distintos anchos de vía, y por ello es la única operadora presente en este corredor. El gran coste de los trenes de ancho variable, solo asumible por un grupo empresarial como Renfe cuyas pérdidas se compensan a través de los Presupuestos Generales del Estado, representa una fuerte barrera de entrada al mercado que asegura que no tendrá competencia. Es decir, provoca un monopolio de facto. Esto lo confirma el hecho de que la directora de Ouigo en España haya asegurado que no operarán en la línea por el gran coste de los trenes de ancho variable, y que los directivos de Iryo hayan asegurado que, como muy pronto, podrían operar a partir del 2026, si finalmente deciden adquirir trenes de ancho variable.

Ante esta situación cabría esperar que una sociedad mercantil estatal como Renfe Viajeros decidiese no aprovecharse y, buscando el bien común, ofreciese unos servicios y unos precios razonables. Sin embargo, basta una simple búsqueda en internet para comprobar que es muy difícil encontrar un billete de ida de Galicia a Madrid por menos de 100 euros para un fin de semana, incluso comprándolo con meses de antelación. Tampoco mejoran las posibilidades de los jóvenes, ya que la promoción «Verano joven» lanzada por el Gobierno no aplica para los trenes con conexión, que son casi todos los de la línea a Galicia, que utiliza Ourense como nodo en el que hacer transbordos.

Resulta paradójico que una comunidad «con AVE» se encuentre aislada porque el operador ferroviario público utilice su posición dominante para lucrarse ofreciendo precios desorbitados. Por ello es imprescindible y urgente que las autoridades con poder de decisión sobre el mercado ferroviario tomen medidas, evitando prolongar la situación de monopolio hasta más allá del 2026. Aunque entren en funcionamiento este año los nuevos trenes Avril, debe evitarse que Renfe continúe actuando como empresa monopolista, o bien regulando los precios como ocurre en los servicios de media distancia, o bien facilitando la entrada de la competencia en la línea. De lo contrario se estará desperdiciando la gran —y necesaria— inversión realizada en la infraestructura, y favoreciendo a otros transportes menos sostenibles como el avión o el coche.