Los síntomas de Clara Ponsatí

César Casal González
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OPINIÓN

OLIVIER HOSLET | EFE

02 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Huele a elecciones por todas partes, tanto como a primavera. Los prófugos de Waterloo mueven ficha. Clara Ponsatí. No se sabe muy bien prófugos de qué delitos, gracias a las graciosas concesiones de Sánchez a los independentistas. Clara Ponsatí se presentó en Barcelona solo para liarla. Y lo consiguió. Sabía que la iban a detener y a soltar. Foto para abrir todas las webs y para las primeras páginas de los periódicos. Aprovechó sus minutos de gloria. Por supuesto, nada más español que soltarle al policía que estaba cumpliendo con su deber lo de «¿sabe usted lo que está haciendo?». Una variante del chulesco y consabido «tú ¿sabes quién soy yo?». Les explico. Clara Ponsatí es un encanto. Una santa estampa de Junts. Un ejemplo de militancia, algo así como el extremo del extremo de Junts. Entre sus síntomas de radicalidad están dos perlas. Cuando en Madrid hubo 150 muertos por covid en un día, se apresuró a escribir aquella faltada sin medida, «de Madrid al cielo». También fue ella la que invitó a otro de la causa, ella no, claro, Clara, a que, para que la independencia avanzase con más agilidad, era necesario que fuese sacrificado un independentista. La secesión necesita un muerto, un mártir. Le contestó muy bien Joan Tardá con aquello de que, ya que tuvo la idea, que se ofreciese ella a morir, a ser la primera mártir de la causa. No lo hizo, claro, Clara. 

El independentismo está en guerra. Puigdemont es el mariscal acobardado en Waterloo. Es el que se fugó en el maletero. En otra demostración de esa cobardía, envió ahora por delante a Clara Ponsatí a ver si funcionaba lo de la reforma legal pactada por dos enemigos, Sánchez y Junqueras. ERC, Junqueras, dijo con rapidez que a Ponsatí la detuvieron y la soltaron gracias a ellos. A la rebaja legal que le habían arrancado a Sánchez. Todo por los votos.

Ponsatí vino básicamente a hacerse la foto. Elecciones es el otro síntoma de la afiebrada Clara Ponsatí. Ella es portadora de radicalidad y de lucha electoral. Todo se hizo por la campaña. Fue un acto de campaña, la pegada del cartel de Junts. Estamos aquí, existimos. Los mossos, con la detención, participaron activamente. Estuvo unas horas en dependencias judiciales. Logró la foto y voló a tiempo a Bruselas para terminar la astracanada con la imagen de ella de vuelta en el pleno de Bruselas. Se trataba de colocar su disparatado mensaje. En Europa, hay legalidad. En España, no. Es lo que busca Junts, con su mentira gigante de que España es una monarquía bananera. ERC trata de neutralizar esta estrategia de victimismo con su política útil, vendiendo los goles que le meten a Sánchez. Nada mejor que manejar como uno quiera al maniatado presidente de España, dicen desde ERC. Aquí tienen la prueba. Unos y otros solo buscan su espacio electoral. Los votos que les permitan mantener poltronas y sueldos.

Ella no comparecerá ante Llarena. El Supremo es la Inquisición. Los ciudadanos somos lo último que les importa. Y la bandera catalana en la que se envuelven no es más que una colorida excusa para no perder privilegios. La galería de personajes del independentismo ya no es ni divertida. Nunca lo fue. Uno no sabe dónde meter el entendimiento.