También es mala suerte

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Miguel Villar

13 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Últimamente estamos teniendo mala suerte con la elaboración de los índices, ránkings, estudios y demás baremos sobre nuestra situación. No nos benefician y vamos cayendo puestos para regocijo de quienes sostienen que somos los últimos de la clase en todo. En crecimiento económico, desempleo, desigualdad; salarios, pensiones; en fin, en asuntos básicos que afectan a nuestro modelo de convivencia.

El semanario The Economist, uno de los más prestigiosos del mundo, acaba de quitarnos la etiqueta de democracia plena para colocarnos la de democracia defectuosa, que ya nos lo había dicho Pablo Iglesias, por el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial. Nos desciende de categoría y estamos alejados de Alemania, Dinamarca, Holanda, Austria o Suecia, aunque, eso sí, en compañía de Francia, Portugal, Italia, o la siempre ejemplar Bélgica.

Pero la mala suerte nos persigue porque si el semanario, en vez de elaborar el índice de calidad democrática, confecciona el ránking de trifulcas, pendencias y refriegas, ocuparíamos el primer puesto a gran distancia de nuestro perseguidor. Líderes absolutos y sin discusión.

Porque resulta imposible hallar en el mundo democrático un grado de crispación y gresca como el de la política española. Vale todo. Ucrania, reforma laboral, fondos europeos, pandemia, Cataluña, el campo, la remolacha; todo sirve. Se asaltan ayuntamientos sin una posterior condena, se acorralan conselleiros y cuando un diputado tarambana yerra en una votación, nos hablan de «asalto a la democracia», «manipulación de la democracia», «pucherazo», «fraude», «cacicada», «compra de votos», «transfuguismo» o «tamayazo», como si tal cosa. Todo aliñado con mentiras.

Empezamos por aquello de traidor, felón y Gobierno ilegítimo y ya estamos sembrando la duda sobre que los resultados de las elecciones de Castilla y León se cambien en los despachos. Y seguiremos avanzando porque están instalados en la demagogia y el insulto sin importarles el descrédito de las instituciones que solo conduce a una peligrosísima degradación de las mismas.

Por eso no hay que hacerle mucho caso a los cálculos de calidad democrática. Aquí estamos a otra cosa. A un paso de recuperar la España de los garrotazos que retrató Goya. Y líderes en trifulcas.