Mi libertad y la tuya

Ernesto Sánchez Pombo
ernesto sánchez pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

José Méndez

05 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Europa se está planteando la vacunación obligatoria para acabar con esta pesadilla del virus llegado de Oriente. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha dicho que es necesario entablar una «discusión» en todos los Estados miembros, porque, según parece, la vacuna constituye «la protección más fuerte contra el covid que tenemos disponible ahora mismo». Tal es la situación que la aparición de ómicron está creando tensiones entre socios europeos.

Tarde llega el anuncio, aunque, al fin, una dirigente dice lo que viene asegurando la comunidad científica. Y tarde también porque algunos países, como Alemania, dieron ya el primer paso para esa vacunación obligatoria que, preparémonos, va a atizar el debate de un sector amplio de idiotas, la mayoría pululando por las redes sociales, sobre la libertad individual, la libertad de las personas y mi libertad, que está por encima de la tuya, de la de todos y de todo.

Y es que, cuando se trata de abordar las libertades individuales, nos balanceamos en el confusionismo. Es más, nos movemos en lo políticamente correcto y en raras ocasiones defendemos a cara descubierta lo elemental y razonable. Que es que la libertad de uno finaliza exactamente donde comienza la de los demás y, en el caso que nos ocupa, si uno, por no vacunarse o no usar mascarilla, pone en riesgo la existencia ajena, pues se acabó la libertad individual. Y nadie tiene la obligación de compartir trabajo, transporte o juergas con un descerebrado que aún no se enteró de que vivimos una situación de excepcionalidad que se ha llevado por delante millones de vidas.

Pero como cuesta asumir esto y como tenemos a nuestros señoritos instalados en el buenismo, el no molestar y no adoptar decisiones que puedan incomodar, va a ser difícil que se decidan a asumir la decisión de la vacunación obligatoria. Ya lo adelantó el viernes la ministra Darias. Aunque sigamos contando los muertos por miles. Porque para hacerlo hay que tener personalidad, arrojo y capacidad de decisión. Que es de lo que carecen. Y, porque, además, es más cómodo amparar la libertad individual de idiotas y zopencos que proteger la vida de prudentes y disciplinados.