A partir de ahí

Luis Ferrer i Balsebre
luis ferrer i balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

03 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El derrumbe de los grandes valores e ideales supuso el advenimiento de la llamada posmodernidad y, a partir de ahí, Occidente dejó de aglutinarse bajo el paraguas de la religión, las grandes ideologías, el valor del trabajo, la autoridad bien entendida, el esfuerzo personal y todos los grandes relatos que sostenían nuestra civilización desde el Renacimiento. 

A partir de ahí, la civilización ha sufrido una atomización en múltiples valores a veces contradictorios entre sí. El hombre moderno vivía según un discurso racional sobre el mundo y en términos de una verdad única y absoluta; una vez perdida su confianza en cualquier tipo de metanarración, vive en medio de una pluralidad de narraciones relativas o de verdades proclamadas sin certeza en todos los contextos del saber.

La preocupación por cómo se gobierna el mundo ha dado paso a la preocupación por cómo se gobierna uno, son los nuevos narcisistas como Lasch llamó memorablemente a estos hombres psicológicos capaces de percibir, analizar y evaluar el estado del mundo solo a través del prisma de sus problemas personales.

A partir de ahí, el hombre contemporáneo no solo careció de una única verdad o referente, sino que la idea misma de verdad perdió para él todo sentido. A partir de ese momento, el hombre contemporáneo ha tenido que buscar su propia mística, su propia razón y su propia verdad.

La posibilidad de una elección individual de valores ante la ausencia de valores referenciales supone una elección individual y narcisista que, en ocasiones, choca frontalmente con las del otro, complejizando mucho más las relaciones sociales.

Perdidos los grandes referentes cabía esperar la aparición de nuevos ideales que algunos vislumbrábamos en el paradigma ecológico y de sostenibilidad del planeta, pero, aunque el movimiento ecologista es robusto, no es más que uno más en el magma de ideales a la carta que han proliferado.

A partir de esta situación, hemos comenzado una deriva de todo tipo de identitarismos propagados, mantenidos y alimentados por las redes sociales y los grupos de WhatsApp, todo tipo de nacionalismos, animalistas que legislan afirmando que los animales de trabajo no pueden serlo porque no saben que trabajan y no están sindicados, negacionistas y profetas de cualquier cosa, talibanes de la alimentación, feministas de mil tribus, identidades sexuales polimorfas, orientalistas, salva todo y contra todo.

A partir de ahí, cualquier ideal de bolsillo y red social cobra entidad de movimiento exigiendo su aceptación por parte del resto de identidades, so pena de ser tildado de facha, perroflauta, happyflower, mea pilas o depredador.

A partir de ahí empezó todo el follón y solo la pandemia nos tuvo tranquilitos una temporada.

No disparen al pianista que es de piedra y da tabaco.