El minuto de gloria

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

RAYNER PENA R

20 sep 2021 . Actualizado a las 12:37 h.

El fallo del Supremo rectificando otro anterior del TSXG que anulaba la orden de exigir el pasaporte covid para acceder a establecimientos gallegos de ocio y hostelería, reafirma la idea que mantenemos algunos de que hay asuntos en los que la Justicia debe abstenerse de intervenir. Y el combate que libramos contra el covid-19 es uno de ellos.

 Un mes después de la anulación de las medidas de la Xunta, el Supremo opina exactamente lo contrario, para sorpresa general. Quienes nos opusimos y oponemos a que la Justicia adopte medidas de carácter sanitario y de gestión pandémica; de forma especial en momentos de catástrofe como los que vivimos, el tiempo nos viene a dar la razón. Porque no puede estar la salud y la vida de los ciudadanos al amparo de unas decisiones de difícil explicación y peor comprensión. Ni en manos de quienes disponen de los mismos conocimientos epidemiológicos que cualquier otro ciudadano. Y no pueden, sobre todo, desautorizar a responsables sanitarios y políticos que son a los que encomendamos, con mejor o peor fortuna, la defensa de nuestra existencia y que toman las decisiones ajustándose a estudios, cifras y previsiones. Inhibirse o declararse incompetente es otra opción.

Porque decía el TSXG hace solo unas semanas que el polémico pasaporte «demoniza el sector» de la hostelería y que no existían datos epidemiológicos que indicaran que las medidas adoptadas pudieran ser eficaces. Cuando lo mejor era haber aplicado el sentido común. Y ahora viene el Supremo y dice que el beneficio de lo acordado «es muy superior al sacrificio que comporta la exigencia de presentar la documentación para el acceso al local», porque «no se atisba ninguna medida que resulte más adecuada» y que es «idónea, necesaria y proporcionada». Total, que lo que estaba bien, y que dijeron que estaba mal, ahora vuelve a ser lo correcto.

Desde el inicio de la pandemia las decisiones llegaron con cambios, rectificaciones y bandazos. Un mareo permanente. Bastante tuvimos con lo que sufrimos por el desacierto de nuestros mandamases. Pero, por lo visto, la cosa no termina ahí. La justicia quiere protagonismo. Busca su minuto de gloria.