La Universidad y la Diputación de Zaragoza han convocado este año, por segunda vez, el programa conocido popularmente como Erasmus rural, nacido de la Cátedra de Despoblación de la citada universidad. Básicamente, la iniciativa trata de impulsar las prácticas de alumnos universitarios en poblaciones de la provincia de menos de tres mil habitantes.
El programa pretende acercar la realidad rural a los alumnos facilitándoles la posibilidad de integrarse temporalmente en aquellas empresas y asociaciones del ámbito rural que lo soliciten. Esta interacción puede facilitar la colaboración futura, el conocer las ventajas de trabajar en un entorno amigable y, en casos, el asentamiento de los futuros profesionales en el medio rural.
Es verdad que existen distintos programas de movilidad, prácticas en empresas, etcétera, pero lo novedoso de esta iniciativa es que los alumnos deben residir en el municipio donde van a trabajar, para lo que se les facilita el desplazamiento y la residencia en el pueblo mediante una beca; los gastos de manutención corren a cargo de los alumnos. Estudiantes de veterinaria, turismo, historia del arte o medio ambiente pueden así realizar parte de sus créditos en los pequeños pueblos de la provincia.
En Galicia existen más de doscientos concellos con menos de tres mil habitantes y aunque, obviamente, el programa no va a acabar con la despoblación rural, me parece una iniciativa interesante. La mayoría de los programas vigentes se desarrollan en el entorno urbano, propio de las universidades, lo que impide que los estudiantes puedan conocer otras realidades. Por otra parte, se trata de una iniciativa con un coste reducido que puede ayudar a dinamizar las pequeñas poblaciones.
Tenemos la idea de que Galicia sigue siendo un país en el que por razones históricas existe una conexión estrecha entre lo rural y lo urbano, entre las aldeas y los centros de población, pero yo no lo veo así. Antes de la pandemia pregunté a mis alumnos de biodiversidad cuál era su lugar de procedencia. De los ochenta, seis provenían de otras universidades y el resto de localidades gallegas; de los nacidos aquí solo tres venían de concellos de la Galicia rural.
Si nos paramos a analizar los datos vemos que solo el cinco por ciento de los alumnos proceden del 80 por ciento del territorio, en el que vive la quinta parte de la población gallega. Dicho de otro modo, su procedencia no refleja de manera precisa el mapa de distribución de la población de Galicia, con una fuerte infrarrepresentación de los alumnos que proceden del rural; creo que esta tendencia se irá acrecentando con los años.
Las universidades y la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural tienen un importante reto en disminuir la brecha entre lo rural y lo urbano y en difundir el conocimiento en la Galicia menos poblada.