El marisco también hace daño

OPINIÓN

02 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El excesivo consumo de carne es dañino para nuestra salud. Nos lo acaba de recordar el ministro Alberto Garzón. Y es cierto. También es nocivo desayunar, comer, merendar y cenar centollo. Incluso más, el caviar y la alcachofa pueden causarnos tanto estropicio como el fuagrás y la chistorra. En función de la cantidad y frecuencia con las que se consuman. Todo es bueno y necesario y todo puede ser fatal. Por eso, es un error despachar con un vídeo una recomendación de tanta trascendencia, como hizo el ministro. Su ligereza solo es equiparable a la del presidente Sánchez que salvó la zapatiesta en los sectores afectados con un «donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible». Seamos realistas, tenemos un problema histórico de malos hábitos alimenticios que deriva en mala salud y exceso de obesidad. Y la carne es uno de los problemas. El pasado año aumentamos un 10,5 % su consumo hasta zampar 49,86 kilos cada uno. En el mundo, por el contrario, disminuyó un 10 % y se alcanzarán los 34,9 kilos por persona dentro de ocho años. La reducción de la dieta cárnica está avalada por la OMS y por científicos.

Y como el problema entraña seriedad no se puede fiar al ingenio del ministro Garzón, que ya arremetió contra el aceite de oliva, el queso y el jamón, entre otros, mientras es incapaz de acabar con la publicidad de las apuestas y la indefensión del consumidor ante las grandes compañías.

Enterrar los malos hábitos alimenticios precisa de campañas de concienciación. Convincentes, rigurosas y perseverantes. Y de una educación que debe comenzar por los escolares que son los más malnutridos, abusando de chuches, bollería y golosinas. Además, salimos de una pandemia peor alimentados de lo que entramos, perdiendo una buena ocasión para implantar nuevas costumbres nutritivas. De seguir la ocurrencia ministerial, podemos reducir la ingesta de carne y consumir cinco kilos diarios de alcachofas, cinco de nécoras y cinco litros de agua. Y seguiremos teniendo un problema. Por eso, el excesivo consumo de carne no se puede despachar con una ocurrencia puntual. Aunque solo sea por aquello de que con las cosas de comer no se juega.