La curva anual del Sol

Jorge Mira Pérez
Jorge Mira EL MIRADOR DE LA CIENCIA

OPINIÓN

María Pedreda

28 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Casi nadie discute que es bueno que nuestra vida se sintonice con el Sol. Pero ocurre que el astro se mueve mucho a lo largo del año en nuestra latitud: en los meses alrededor del solsticio de verano nos cae más a plomo que en el centro de Kenia, y alrededor del de invierno nos cae menos que en el borde de la Antártida. El momento de amanecer y atardecer cambia más de 3 horas cada 6 meses. Para aproximarnos a esa oscilación tan grande tenemos que adaptar la hora, pero hay quien pide no hacerlo. Eso es como pretender ir en coche con el volante fijo: vale si la carretera es recta, pero el Sol marca una carretera anual con curvas, y para adaptarnos a ellas tenemos que girar el volante, porque si no lo hacemos, nos estrellamos. Lo hemos girado desde siempre: nuestros antepasados cambiaban horarios de modo descoordinado, y ahora, en esta sociedad conectada, esa tradición se sincroniza con el cambio estacional de hora. El que acabamos de hacer nos proporciona una hora más de luz por la tarde. Este 2021 era un año señalado para estudiar modificaciones de la legislación horaria, pero, con la actual crisis sanitaria, la alegría de esa luz nos va a venir bien para mitigar un poco la depresión colectiva.

Las tradiciones son consensos que las sociedades han pactado a lo largo de generaciones para arreglar problemas. Cuando la tradición mitiga el problema, algunas sociedades se olvidan de él y de por qué habían llegado al consenso. Pero ojo, si finalmente caen en la tentación de derribarlo, no tengan duda: el problema volverá.