Una de las manifestaciones de la cultura digital es la creencia en que todo se arregla apagando y encendiendo: la magia de desconectar lo que no funciona o funciona mal, para que recupere sus parámetros de inicio y arranque de cero. En realidad solo ocurre con algunos aparatos y, desde luego, los humanos no somos máquinas ni capaces de reiniciarnos, de empezar de cero. Tendríamos que reencarnarnos. Pero, desde hace algo más de un año, escucho y leo con creciente intensidad alusiones al gran reinicio, Reset en inglés. La idea proviene de esos cenáculos de megarricos que han difundido la idea de que la economía capitalista está a punto del colapso y necesitan reiniciarla. Ellos. El concepto se ha difundido casi a la misma velocidad que la pandemia, y hoy circula por todas partes. Pese a proceder de la plutocracia capitalista y buscar el beneficio de esa plutocracia, también parte de la izquierda lo jalea, porque la han engañado o comprado. No sé. Pero incluso medios internacionales reconocidos empiezan a referirse al 2020 como el año cero, el verdadero comienzo de la revolución económica verde. Porque la gran excusa explícita no es la economía sino el clima. Estremece que algunos se feliciten de que la pandemia haya dado un respiro al planeta, sin considerar los cientos de miles de vidas -terminarán siendo millones- que se está llevando por delante. Ese holocausto, que hay que ofrecer al dios del capital para reiniciarlo todo, asusta. Como dice Harari -una especie de historiador del futuro-, apunta un escenario global pospandemia más autoritario.
Se reinician las máquinas. Lo humano es recomenzar, rectificar, dejar eso que sabemos que nos hace daño. Feliz 2021.
@pacosanchez