Las vacunas que recibimos son la I+D de EE.UU., el Reino Unido y Alemania

María Mayán, Enrique Castellón FIRMA INVITADA

OPINIÓN

María Pedreda

30 dic 2020 . Actualizado a las 08:56 h.

«La posteridad duradera de las naciones es obra de la ciencia. De esta indiscutible verdad síguese la obligación inexcusable del Estado de estimularla, desarrollando una política científica encaminada a beneficiar en provecho común todos los talentos útiles y fecundos». Cita de Ramón y Cajal que abre el Plan de Choque del Gobierno. Un plan insuficiente, por lo que incluirla refleja el problema de nuestras políticas: ambiciosas en intenciones y parcas en acciones. Como consecuencia, jóvenes científicos aquí formados marchan fuera con escasas perspectivas de regresar.

Este lunes se celebró en A Coruña la reunión anual -virtual- de investigadores formados en Galicia y que desarrollan su carrera fuera de España. Es normal que científicos en formación busquen crecer profesionalmente. La ciencia no tiene fronteras. El problema es que, cuando desean volver, no encuentran ni posiciones ni condiciones. Ni ellos, ni investigadores internacionales a los que interesaría atraer. Nuestro balance es negativo, formamos talento y lo regalamos a países que reconocen el valor de la ciencia. Muchos de estos «expatriados» manifiestan su deseo de volver para, desde Galicia, investigar sobre el cáncer, la obesidad, el medio ambiente, las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas o el envejecimiento saludable. No es un listado arbitrario. Es la investigación gallega que contribuye al crecimiento y a la mejora de nuestra calidad de vida.

Cataluña y País Vasco invirtieron en captar talento y han triplicado y duplicado, respectivamente, esa inversión, generando más de 40.000 empleos directos e indirectos en la última década. No es sorprendente. La ciencia produce riqueza de manera natural en países con sistemas robustos de I+D, donde el conocimiento transita eficazmente del laboratorio al mercado. La estrategia es, obviamente, retener, atraer y cuidar el talento. A la rueda de la ciencia en España le falta masa crítica para competir a nivel internacional.

Las vacunas que, previo pago, acabamos de recibir, son la I+D de EE.UU., el Reino Unido y Alemania. Sufren la pandemia como nosotros. Pero los ingresos de esas vacunas, producto de una infraestructura de investigación potente y consolidada, facilitarán su recuperación. En España se negocia un Pacto de Estado por la Ciencia para que la inversión en I+D pase del 1,3 % al 2 % del PIB (media UE: 2,19 %). Difícil, si no imposible, a no ser que, entre otras medidas, se refuerce el tejido investigador con científicos que garanticen el flujo de recursos hacia nuestro país.