«¿Qué es Galicia?», me preguntas mientras llegas con tu objetivo a esta costa azul. ¿Qué es Galicia? ¿Y tú me lo preguntas? Desde luego, no la retahíla de tópicos que has emitido tú. Si por En el punto de mira fuese, aquí los que no consumen droga la venden, y además, si le preguntas por Sito Miñanco, se ponen bravús. Quizá increpar sea una definición demasiado fuerte para un «vete a buscar otra cosa» o un «no sé», qué ocurrencia, ya ves tú. Pero qué sabremos los gallegos, que según Cuatro, la mitad de la vida nos la pasamos conduciendo después de haber bebido en casa, en el bar, en la discoteca y también en la sesión vermú. No somos quien para recordarles a ustedes que las Cíes están en Pontevedra y no en A Coruña -que por cierto, es la única forma oficial del topónimo- y en la Ribeira Sacra no hay playa, aunque si a les consuela, sí tiene mucha luz. Y vaya, es una pena, pero es que al final en la fiesta el pulpo a la mugardesa es gallego, y tiene certificado, aunque les encante insinuar que tenemos tendencia a la estafa, porque el negocio de las orquestas hay que resumirlo en que un señor una vez defraudó y son incapaces de caer en la cuenta de que hay algo que explica por qué un pueblo de 13 habitantes tiene 40.000 euros para las fiestas: en verano vuelven emigrantes hasta de Katmandú. Vas sobrado, En el punto de mira. De dioptrías, nada menos. Qué miopía. La ignorancia, vaya cruz.