Seis semanas de invierno

AGRICULTURA

13 feb 2015 . Actualizado a las 20:18 h.

El corazón del invierno se vistió de blanco. Febrero parece una postal centroeuropea de Navidad. La nieve se tendió a sestear su manto albo cubriendo campos y montañas, valles y caminos por donde hace su ruta el invierno.

Y Phil, la marmota de la Candelaria, asomó su cabeza a la puerta de su madriguera y, asustada, decretó desde ese lugar de nombre impronunciable, Punxsutawney, que todavía nos quedan seis semanas de fríos, pese a haber doblado ese cabo de Hornos, el ecuador que ya nos acerca a los días cálidos de finales de marzo que anuncian, como en un sinfonía de Las cuatro estaciones de Vivaldi, la primavera.

La pequeña marmota y la cofradía de acólitos que año a año cultiva el rito y mantiene la tradición siguen pautas de una vieja historia que enlaza con los cultos druídicos del Wicca e Imbolc, que se situaban a mitad de camino entre el solsticio y el equinoccio.

Aquí medimos el tiempo de manera más canónica, santificando fiestas y asistiendo cuarenta días después del nacimiento de Jesús en la ya lejana en su cercanía Navidad, y cada día 2 de febrero celebramos la fiesta de la Candelaria, o de la Purificación de María, que enlaza con la tradición judía de la presentación del Niño en la sinagoga.

España, un país en el que antaño primó el peso agrícola y campesino, que creó una manera singular de escrutar el cielo, dejó su impronta popular en el arsenal de refranes que resuelven cualquier circunstancia climatológica.

«Se a Candelaria chora, metade do inverno vai fóra», llueva o no llueva con absoluta puntualidad el segundo día de este mes, cumple la mitad de la estación. Es, obviamente, un refrán del archivo del señor Perogrullo que no viene en los mapas de Google, ni en las predicciones del Calendario Zaragozano, que asegura que en los meses centrales del invierno es muy posible que de la mitad de España para arriba nieve de manera más o menos copiosa.

Pero no es malo que nieve, pues, según la batería refranesca, los copos anuncian bienes sin fin los años que nos visita con asiduidad. Año de nieves, año de bienes, y algo de eso debe de haber, porque en regiones de nieves frecuentes, como en las zonas alpinas de Suiza e Italia, los años en que escasea suelen ser temidos por las gentes que habitan las laderas de las montañas.

Estamos a poco más de cinco semanas para que concluya el invierno. Sigue la marmota sesteando en su madriguera, no tiene excesiva prisa en dejarse ver, en desperezarse en los caminos de los largos días de abril. La marmota de la Candelaria marca una tendencia repetida. Hace frío estos días, malo sería que no lo hiciera, y hasta la mar anda revuelta alborotando su cabellera de olas con los vientos que acompañan, que tiran y arrastran el carro de las nieves, que incluso bajan a la arena de la playa para ver la mar y sentir nostalgia del lejano verano.