El año en que los datos perdieron su valor

OPINIÓN

05 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A principios de 2012, con la crisis desbocada, los medios de comunicación se llenaron de datos. Y todo el mundo tuvo que especializarse en los nuevos conceptos y porcentajes que anunciaban el apocalipsis. La prima de riesgo subía y nos íbamos del euro. El paro aumentaba el 2 % y media España entraba en riesgo de exclusión. El interés del bono a 10 años subía el 0,3 % y el rescate se hacía inevitable. El índice de morosidad crecía el 1 % y la inversión extranjera huía despavorida. Los comentaristas le cogieron afición a la catástrofe. Y todos aprovechaban la última décima de cualquier indicador para anunciar que «este país» -que además de su dignidad había perdido su nombre- era la vergüenza de Eurasia.

Todo el mundo echaba leña a la hoguera de la crisis, pero fue el gremio de los economistas académicos el que más disfrutó con el asunto, ya que por primera vez podían usar ante el gran público cifras y conceptos chiripitifláuticos que convertían a cualquiera en un Krugman inapelable, en profeta del dios Bernanke, o en el enterrador del euro. Pero las cosas han cambiado. Y lo han hecho, supongo, porque no hay mal que cien años dure; o porque Draghi hace declaraciones periódicas que relajan a los yuppies de la City.

Y no diré que Rajoy tiene una pizca de mérito en este nuevo escenario porque los académicos no me lo perdonarían, y porque, con buena parte del sistema mediático instalado en la dogmática del caos, el simple reconocimiento de lo obvio podría convertirme en facha, explotador o pesebrista. Y ese cambio está destapando una inédita especialidad de la Economía Política cuya esencia consiste en decir y demostrar que los mismos datos e indicadores que antes eran inapelables, en el año 2015 ya no sirven para nada, no dicen lo que parece, y siempre deben ser cotejados con una realidad intuitiva que, sin declararlos falsos, desmiente sus mensajes y nos mantiene en la puta miseria. ¡Que baja la prima de riesgo! Un espejismo. ¡Que aumenta el empleo! Porque los contratos son basura. ¡Que España crece a la cabeza de Europa! Los desajustes siguen ahí y amenazan el futuro. ¡Que sube el consumo! Son los ricos, que ya no tienen más sitio para los billetes de quinientos. ¡Que bajan el petróleo, el coste de la deuda, las hipotecas, el coste de la vida y los ERE! Son indicadores de una crisis antitética que se está forjando en Rusia, Venezuela y Brasil y que España no podrá afrontar. ¡Que regresa la emigración! Son refugiados que huyen de la guerra y aceptan nuestra miserable sociedad a cambio de la vida. ¡Que todos los expertos de la economía real son optimistas! Quieren seguir zugando los huesos de los pobres. Porque cuando alguien ha decidido que somos un desastre las cifras y los indicadores no sirven para nada. Y porque las elecciones -como los árboles- tampoco dejan ver el bosque.