Que las obras de arte y los artistas han sido el objeto de persecución más común y recurrente a lo largo de la historia de la humanidad es indiscutible. A veces es difícil determinar dónde está la frontera entre el respeto y la burla, dónde se encuentra el límite entre la imaginación y la humillación pero, es precisamente dar importancia, intentar frenar la difusión, lo que hace que una obra de arte deje de ser un producto ofensivo para algunos para convertirse en objeto de atención masiva.
Asistimos a un nuevo capítulo de la guerra virtual entre Corea del Norte y EE.UU. con la excusa del estreno de la comedia La entrevista, en teoría, una parodia sobre el líder Kim Yong-un y, en realidad, tan solo una obra de entretenimiento más. También Exodus está siendo víctima de controversia al haber sido censurada en Marruecos y Egipto, sin que hayan trascendido, al menos oficialmente, los motivos, aunque es obvio que en los países musulmanes sigue imperando la prohibición de representar a cualquier profeta. Libertad de expresión frente imposición de una anacrónica dictadura moral. Los que han querido censurar estas cintas no solo no lo han logrado sino que han contribuido a la mejor campaña publicitaria posible poniendo en evidencia la cada vez mayor separación entre culturas.