La Plataforma contra la autopista A-76 a su paso por la Ribeira Sacra ha elevado una denuncia ante la Comisión Europea por «incumplimientos» en el trazado proyectado por dicha área, que aspira a ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Señalan de manera concreta «la afectación grave y permanente de un ámbito paisajístico referencial como es el de la Ribeira Sacra, públicamente promovida como candidato a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco».
Alegan que «el trazado y los trabajos vinculados a la ejecución de la obra suponen una afectación significativa respecto a espacios naturales protegidos y hábitats de interés comunitario» y cuestionan el escaso interés de buscar «soluciones alternativas a un trazado con fuerte afectación medioambiental». Se puede decir más alto, pero no más claro. Sin entrar a valorar la oportunidad y necesidad de la citada autopista, parece claro que el trazado propuesto -atraviesa el núcleo central de la Ribeira- choca de forma radical con la conservación de los valores naturales, paisajísticos y culturales de ese excepcional paraje. Son los que llevaron al Valedor do Pobo y su equipo, con el apoyo de las diputaciones implicadas, a coordinar una comisión técnica que redactará el documento base para la declaración de la Ribeira Sacra como Patrimonio de la Humanidad.
Es verdad que la declaración es un proceso complejo, ya que a pesar de tratarse de un paraje excepcional tiene importantes escollos en algunas infraestructuras ya existentes, pero una obra de esas características y sus afecciones al medio natural, al paisaje, e incluso a algunos pueblos, sería la sentencia de muerte para ese laborioso proceso. Creo que el trazado de la A-76 es incompatible con la declaración del espacio como Patrimonio de la Humanidad.
¿Qué está ocurriendo para que un proyecto ilusionante para un territorio de la Galicia interior, con un elevado nivel de consenso, pueda verse comprometido por una infraestructura costosa y de necesidad cuestionable? Puede resultar obvio decirlo, pero existen trazados alternativos y no otros paisajes iguales.
Menos de un 5 % de la superficie europea dedicada al viñedo es «viticultura heroica»; como los lectores sabrán se trata de un tipo de explotación peculiar, situada en bancales, que tratan de corregir las fuertes pendientes, y sin posibilidades de mecanización. Esa peculiar forma de explotación es parte de la historia y de la cultura de Galicia, y nos muestra el esfuerzo de nuestros viticultores par convertir en fértil un terreno hostil. Conservar ese patrimonio pasa por evitar que el absurdo trazado de una autopista desangre a la Ribeira Sacra.