Niños sin Derecho(s)

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

11 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Están acertados estos días en el norte helado. Los suecos acertaron con Modiano y el Nobel de Literatura. Y los noruegos lo han clavado con Malala y Kailash. Todo lo contrario que nosotros con esos protocolos que bailan con el pánico. Malala y Kailsah merecen el premio de los premios de la Paz. Hasta el papa Francisco, líder en las quinielas previas, estará feliz. El papa Francisco, en su buenismo, seguro que aplaude que se haya acordado de los niños que sufren. Y es que los dos premiados no son más que el rostro de los niños que no tienen derecho a ser niños. Ni inocencia. Ni fiestas de cumpleaños. Ni risas. Ni sonrisas. Ni confeti. Malala, ya lo saben, es un milagro que esté viva. La quisieron matar por decir que las niñas tienen que estudiar. El indio Kailsah es un activista que ha sacado de sus trabajos de esclavos a más de ochenta mil niños, en su país, la India, donde se cree que hay doce millones de críos trabajando del alba al ocaso. Decía Rilke que la única patria del ser humano es la infancia. Claro, Rilke en su lirismo se refería a Occidente, a las infancias de algodón. A los lugares donde hay recreos, dibujos animados y pijamas de colores. Para las niñas que en Pakistán no pueden ni estudiar y los niños que solo conocen la maldición que ya contó Dickens en el XIX esa frase (tan bella) es una tontería. Pero no nos equivoquemos. Los verdugos de esos chavales, aunque estén a muchos kilómetros, somos todos.