No al Senado

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

07 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los irlandeses han decidido en referendo no abolir su Senado, en una decisión que debe interpretarse en clave de voto de castigo al Gobierno que lo propugnaba por sus políticas de ajuste. ¿Qué pasaría en España si se cerrara la Cámara alta? Nada en absoluto, porque es irrelevante y prescindible. El sistema legislativo seguiría funcionando sin que apenas se notara. No habría ningún ciudadano que lo echara de menos. Todo se mantendría prácticamente igual, salvo para sus señorías que encuentran allí refugio y una forma cómoda de ganarse la vida. Porque, hay que decirlo con toda claridad, el Senado es inútil y un cementerio de elefantes para políticos a los que los partidos deben buscar acomodo por los servicios prestados. Como las diputaciones. Ya son siete los expresidentes autonómicos (seis del PSOE, uno del PP) que se sientan en sus escaños. El último de ellos José Antonio Griñán, que tendrá asegurado el aforamiento si es imputado por los ERE. Hay que recordar que un tal Luis Bárcenas fue senador, sin que se le conozca ni una sola aportación a lo largo de dos legislaturas. Bastante tenía con llevárselo crudo. Pero gracias a su condición de senador logró ralentizar el proceso por su presunta participación en el caso Gürtel. El tiempo de la reforma del Senado, siempre pendiente y aplazada, ha pasado. Lograr que cumpla con eficacia la función de representación territorial que le otorga la Constitución es una entelequia. Ha llegado el momento de plantear su abolición pura y dura. Más allá del ahorro de 55 millones de euros que supondría, sería un buen ejemplo de austeridad en tiempos tan duros. Pero, olvídenlo, no lo harán. A nadie le gusta perder el chollo.