La malhablada

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

15 jul 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

A mí no me escandaliza que la hija de Fabra diga «que se jodan». Eso hora ya lo dicen las hijas de cualquiera desde los ocho años. A mí lo que de verdad me escandaliza es que en el Congreso se sienten hijas, como si el legislativo fuera un negocio familiar. Porque no me negarán ustedes que ya es casualidad que entre sesenta millones de personas que pueblan España hayamos elegido a dos Fabras.

Aunque parece que los Fabra ya tienen fama de que a menudo les toca la lotería. La parentela en la política recuerda a los Ngema en Guinea Ecuatorial, antes Guinea Española, aunque estos se mataban entre ellos. Aquí los Fabra se llaman Baltar, y en Madrid muchas otras cosas; por ejemplo Botella.

Hemos visto cajas tratadas como negocios familiares con la salvedad de que si se arruinan -incluso si es uno mismo quien las arruina- no hay por qué asumir las pérdidas: uno se va con lo que pueda llevarse y punto. Atención aparte merece José María Lassalle, el ministro de Cultura clandestino, que por entrega a su trabajo no pudo ni salir a ligar a la plaza de Santa Ana y acabó casándose con una diputada socialista que sacó a bailar en la discoteca del Congreso. Pero este parentesco parece la excepción que confirma la regla. Además, acostarte con la oposición tiene que dar mucho morbo.

Pero volviendo al improperio de la hija de Fabra, solo se me ocurre decirle una cosa: «Andreíta, coño, cómete el pollo».