Renuncia al protectorado

| CARLOS FERNÁNDEZ |

OPINIÓN

Una vez que Francia reconoció la independencia de Marruecos, en marzo de 1956, a España no le quedaba otro camino que renunciar al Protectorado de Tetuán, en el norte del país africano. La visita de Mohamed V a Madrid en abril precipitó los acontecimientos.

06 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Tras la victoria franco-española de 1925, que se inició con el desembarco en Alhucemas y finalizó con la rendición del caudillo Abd el Krim, se ratificó el reparto del territorio estipulado en el tratado de Fez, de 1912; esto es, España se mantenía en la zona norte, el Protectorado de Tetuán, y Francia en el sur. Tánger quedaba como ciudad internacionalizada -estatus que Franco alteró al principio de la Segunda Guerra Mundial, aunque se lo devolvió en 1945-. Después de una época de relativa tranquilidad, el sultán Mohamed Ben Yusuf se mostró, en 1947, partidario de la independencia del territorio y la admisión de éste en la Liga de Estados Árabes. En este sentido se manifestó también el partido nacionalista Istiqlal. La agitación en el territorio francés -que tuvo su apogeo en los graves incidentes de Casablanca, en diciembre de 1952, con decenas de muertos- hizo que el sultán fuese obligado a abdicar y exiliarse, primero en Córcega y después en Madagascar, y no volvió a Marruecos hasta noviembre de 1955. A partir de entonces se aceleró el proceso de independencia. En las negociaciones con los franceses, el joven príncipe Hasán -que ya era coronel desde los 7 años- actuó como secretario de su padre. El 2 de marzo de 1956 Francia reconoció la independencia de Marruecos; España hizo lo mismo el 7 de abril. Por medio, el sultán Ben Yusuf -que en 1957 tomaría el nombre de Mohamed V-, viajó a Madrid y fue recibido efusivamente por Franco en el aeropuerto de Barajas. La prensa española, bajo rígida censura, destacó la «tradicional hermandad hispano-árabe», que fue una de las entelequias del Régimen, pues produjo más amarguras que satisfacciones. La retirada militar española -unos 35.000 hombres- de la zona norte de Marruecos, que fue escalonada, se hizo bajo la supervisión del alto comisario general García Valiño. En el protocolo firmado con anterioridad se concedía a España el control de Ifni y las plazas de soberanía de Ceuta y Melilla, así como los enclaves de Vélez, Alhucemas y Chafarinas. Alborán quedaba al margen por estar fuera de las aguas jurisdiccionales magrebíes. La «hermandad hispano-marroquí» duró poco, ya que en agosto de 1957 Rabat reclamó Ifni. España ofreció entablar negociaciones, pero el 23 de noviembre el territorio fue invadido por bandas armadas procedentes de Marruecos. Dio comienzo la llamada guerra de Ifni, que duró hasta el 24 de febrero de 1958. El el alto el fuego se firmó el 30 de junio. El conflicto le costó a España 119 muertos, 573 heridos y 80 desaparecidos. Al final, en 1969, Franco cedió Ifni a Marruecos. Pero el nuevo monarca, Hasán II -que reinaba desde la muerte de su padre en 1961-, comenzó a reivindicar no sólo Ceuta y Melilla, sino también el Sáhara Occidental. Algunos observadores políticos de la época manifestaron que Marruecos, más que un amigo, era un grano con irritación permanente.