03 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

CUANDO este diario esté en los quioscos, una nave espacial habrá bombardeado un cometa a 130 millones de kilómetros de la Tierra, para intentar conocer más del origen del universo. Casi resulta increíble que ese acontecimiento sea noticia de periódico y no tebeo de Flash Gordon o nuevo episodio de Star Trek. Hemos avanzado tanto en algunos aspectos que cuesta asimilarlo. Y cuando lo asimilamos, resulta insultante haber avanzado tan poco en otros. Pero también en esos otros campos parece que se están dando pasos nunca vistos. Putin, Chirac y Schröder, tres de los líderes del Grupo de los Ocho, expresaron ayer su voluntad de ayudar a África a salir de la miseria. África, el continente sin historia, se decía no hace muchos años desde el primer mundo, que le negaba incluso la memoria al del sur después de haber extraído de él incalculables riquezas en materias primas y en mano de obra. África es hoy la patria de la pobreza y de la enfermedad en un mundo con capacidad para acabar con ellas. Pero por fin empezamos a comprender que la miseria del vecino no nos enriquece; al contrario, tantos países incapaces de alimentar a sus ciudadanos son un lastre para el desarrollo global. La operación espacial de esta madrugada se denomina Impacto profundo. Así debería llamarse también la campaña mundial para el desarrollo de África: sacarla de la miseria será un avance definitivo en el camino de la paz y la estabilidad del planeta.