Del dinero catalán

ASSUMPTA ROURA

OPINIÓN

29 abr 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

DESDE hace más de diez años Catalunya decrece sin parar y está muy por debajo de la media española pero tenemos, eso sí, al cocinero más famoso del mundo, Ferran Adriá, agasajado incluso por el New York Times y por el National Geographic, que ha comprado el primer documental español de su historia sobre el ilustre señor de los fogones. La deslocalización de empresas tradicionales (si es que todavía queda alguna) y aun la renuncia de multinacionales de servicios a instalarse por estos lares por falta de infraestructuras es lo de menos: nos quedará más espacio libre donde hacinar a los miles de inmigrantes que llegan a diario. Estamos encantados de ser los que más paro generamos así como la mayor inflación. De la llegada del AVE ya ni hablamos: fue un sueño tonto y pasajero de ese niño vulnerable que todos llevamos dentro. Si un día remoto fuimos motor de la modernidad, hoy nos basta con Boris Izaguirre firmando libros el día de san Jordi el rato que libra del número de quitarse los pantalones. Hasta muchos escritores nos sacrificamos quedándonos en casa para que en el ardor de su pene no se pusiera nunca el sol. Nuestros abuelos o padres colaboraron siempre con el Gobierno de España porque entendieron que Cataluña iría bien si el resto iba bien. Siguiendo este enunciado también nosotros hemos sido -números cantan- los que más hemos aportado a las arcas del Estado y estamos encantados de que Chávez pague de su presupuesto operaciones de cambio de sexo, una caries o unas lentillas, o que en Extremadura haya un ordenador por cada dos niños en edad escolar y carreteras, autovías y autopistas libres de pago que siembran los campos de Castilla. La población catalana envejece y poca falta le hace el arreglo de una caries o de carreteras si lo que nos va es el burro catalán. El que quiere autopista, que de todo hay, paga altos peajes y ya está. Los marroquíes o subsaharianos, con un caldito pasan. Hemos sido solidarios pero no se preocupen ustedes si cuando las cosas no pinten bien ustedes no se solidarizan con nosotros. Muchos ya acusan el mal de la impotencia y, viscerales que son, le dan razones y argumentos a Carod-Rovira y a su país independiente. Así que, dentro de nada, aquí fronteras y a comer pasto. Si yo fuera Carod, a ustedes les haría un monumento.