Goles en propia meta

| ALFONSO DE LA VEGA |

OPINIÓN

15 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

EN LOS LEJANOS tiempos de la oprobiosa, España consiguió una Eurocopa en el Bernabéu gracias al oportuno cabezazo de Marcelino. Se jaleaban los logros escasos de la selección española de fútbol como una reivindicación de los del Régimen. Entonces la furia española en realidad era la vasca. Los Zarra o Gaínza eran glorias nacionales de toda España y a falta de mejor organización o método se le echaba raza a la cosa. Pero luego vino la democracia y empezaron a conocerse algunas desafecciones. Iríbar, antiguo héroe que libraba nuestra meta de las acechanzas del enemigo, una vez preparada su fortunita, se nos hizo filoetarra. Un caso de doble moral: la ikurriña, ese invento de don Sabino, es la ikurriña, pero la peseta es la peseta. Esto de España será malo, pero permite mantener el tinglado y nuestros ingresos. Y ahora hay otros Iríbar, los Alonso, los Echeberría, que largan todo lo que pueden pero se sacrifican cuando los ficha el Madrid o el Dépor. Ser consecuente sería pavoroso; una liga en que los leones disputaran el primer puesto al Éibar o al Bermeo. O el Barça, al Tortosa o al Cadaqués. La demagogia crece y se retroalimenta con los programas basura. No importa desvariar para llamar la atención. Todo vale. La selección de Euskadi, que no es un territorio sino los representantes de una raza, la vasca, daría mucho juego con las de otros países exóticos, como las de Zambia, Madagascar o la berebere, que también tienen rh negativo. La UE al parecer interesa poco a los europeos. España, cada vez menos a los españoles. Empezó siendo una nación hace algo más de medio milenio. Últimamente no parece más que un equipo de fútbol con una rara banderita que sirve para agitarla en sus partidos y quizás mañana no será sino un vago recuerdo, como el gol de Marcelino a los malvados comunistas o el de Zarra a la pérfida Albión.