EL DEBATE Bill Clinton recibió ayer en Aquisgrán el premio Carlomagno, que distingue a los estadistas por sus aportaciones a la construcción europea. En otras ediciones, este galardón ha sido recibido, entre otros, por el Rey y Felipe González. Ahora, la elección de Clinton en el fin de su mandato ha generado polémica.
02 jun 2000 . Actualizado a las 07:00 h.A FAVOR - SÍ, SEAMOS GENEROSOS
La pacificación de Bosnia se debió a la resuelta intervención de los EE UU. Y Clinton fue su artífice. Sólo por eso es merecedor del premio. Sólo por eso, ya que el liderazgo militar de la aviación norteamericana en los bombardeos sobre Serbia resulta más controvertido. Norteamérica salvó a Europa en ambas guerras mundiales, pero nunca obtuvo el reconocimiento adecuado. Es más, muchos nunca se lo perdonaron. En tono menor, Clinton hizo por el asentamiento del Este algo similar a lo realizado por Washington hace 50 años en la parte occidental. Llamémosle «Clinton el eropeo» como han hecho Prodi y Schroeder. Seamos generosos.
Ramón Luis Acuñaes corresponsal en España de "Le Figaro"
EN CONTRA - PROTOCOLO AL FIN Y AL CABO
Es cierto que Bill Clinton ha sintonizado como pocos líderes americanos con la plana mayor europea, pero las relaciones bilaterales siguen tocadas por la guerra comercial, la carrera armamentista y el empeño hegemónico de EE UU. Su mediación en el Ulster responde más a la histórica complicidad entre Londres y Washington que a una vocación europea. De la intervención de la OTAN en los Balcanes, mejor no entrar en el recuento de los daños. Puestos a agasajar, a Clinton le cuadra mucho más el reconocimiento de la Europa vestida de caqui que los aplausos de una Europa civil de la que se siente tan desligado como sus antecesores.
Luis Méndez Asensioes periodista y profesor universitario